Una nueva vida 57.1

Radians había estado todo el día de compras, habían elegido el papel de las invitaciones y encargado quinientas o seiscientas invitaciones con sus respectivos sobres, unos días después irían a recogerlas.

El papel color desgastado, abría como los libros, y constaba de dos alianzas en la tapa, de color dorado, a parte de la inscripción de la fecha de la boda y de los nombres de las familias, familia de Flexet y familia de Tesuel. Después en la parte interior iban inscritos los escudos de las dos familias entrelazados y allí escribirían la invitación.

A la mañana siguiente José estaba realmente impaciente por volver a ver a Radians y sentía gran curiosidad por descubrir cómo eran las invitaciones a la boda y si Radians se había divertido eligiéndolas o dejó que tomaran la decisión las acompañantes. José la había dicho que debía estar relajada y tomarlo con calma, que había tiempo para preparar la boda despacio y sin alteraciones y que ella debía atender a su salud.

Por fin llegó la hora de ir a verla y José se montó en el coche, satisfecho pues ya la vería. Cuando por fin el carruaje se detuvo delante de la escalinata de la casa de Radians a José le sorprendió verla tan decorada. Habían pulido las escaleras que brillaban y se veían verdaderamente hermosas, además, barandillas doradas estaban a cada lado de la escalera para que se agarrará cuando subía, el mayordomo, muy bien uniformado de traje de color negro y camisa blanca impecable le abrió la puerta antes de que llamara y le hizo una reverencia, Radians debía haber hablado con él y haberle dicho que era su prometido, las criadas iban vestidas también con uniformes, cosa que nunca antes había visto José, ya que antes vestían como ellas querían, muchos criados subían y bajaban por las escaleras decorando y limpiando la casa. Embelesado ante tanto cambio miró hacia uno y otro lado para asimilar lo que estaba viendo y como la casa que antes había sido triste, ahora estaba muy alegre.

— Lady Radians bajará en seguida- le avisó el mayordomo sonriéndole

— Gracias Thomas- le contestó al mayordomo- ya veo que ha decidido hacer las paces conmigo.