El arte de las palabras

Radians dormía apaciblemente, la fiebre había disminuido y ahora solo tenía un paño con agua fría en la cabeza, José se acercó a la cama y se sentó en la silla próxima a Radians, la agarró de la mano y notó que la temperatura de su cuerpo estaba reestablecida. Radians abrió los ojos y le observó en la oscuridad, aunque no dijo palabra, él la miraba la mano que la tenía sujeta y deseaba en voz alta implorando a Dios para que se pusiera bien. Después cuando José levantó la vista Radians cerró los ojos rápidamente y él acercándose a su oído, la acaricio el pelo. — Nunca más me iré, sino hubiera sido por lo que pasó, jamás me hubiera separado de ti, estaba dispuesto a ir contigo al fín del mundo, comprendo que ahora no confíes en mí, te di la mano y te solté cuando más me necesitabas. Pero yo también sufrí, me dispararon pocos metros después, te abandoné para que vivieras y te he buscado todos estos años- la susurró al oído- cuanto hubiera dado, por haber estado todos estos año