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Mostrando entradas de diciembre 21, 2012

Ya llegó Sergio

Queridos lectores, Sergio ha llegado esta mañana al mundo, aproximadamente a las 11, es que estaba babeando tanto al verle, que no se si me han dicho a las 11:05, o a las 10:55. Tanto la mamá como el bebé están genial, pesa 3 kilos 700 gramos, así que esta muy gordito, tiene unos mofletes jejejeje, aun no abrió los ojitos, así que no sabemos de que color los tiene, pero es muy morenito, todo lo contrario que su hermano que es rubio. He estado con él solo unas horas, pero ni cuando le tocaba comer ha llorado, mi madre que ha estado todo el día, dice que tampoco. Duerme y duerme, y come incluso dormido, se ve que esta tranquilito. Esta mañana se ha tomado dos biberones, y por la tarde, creo que si su madre hubiera tenido cuatro o cinco pechos más, no se hubiera quejado jejejeje... Os podéis imaginar como estoy de enamorada jejejeje, me encantaaaaaaa. He intentado despertarle para que comiera, pero un beso, otro, otro, otro y otro, ha movido la cara y ha vuelto a quedarse tranq

Foto del viernes: El camino no es fácil.

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A veces el camino no es fácil, pero recorrerlo es la mejor opción.

Latidos- Capítulo 1.4

Y ahí estaba, de nuevo, la diferencia que él sabía entre su chica y el resto, ella era distinta, jamás le pediría nada, ni le reprocharía nada, tampoco saldría corriendo tras él y mucho menos le exigiría algo que por ahora no podía darle, esa era la diferencia y el motivo de que la quisiera tanto. Se maldijo a si mismo por haberla hecho sentir mal, quería disfrutar de todo aquello, no quería tenerla metida en su cabeza a cada instante, no quería estar pendiente del móvil, de cada sonrisa suya, de los roces de su mano, no quería eso, quería ser como antes, cuando nada importaba, cuando una fiesta con los amigos siempre merecía más la pena que quedarse en casa a ver una película con ella. Pero ahora, pensándolo fríamente y viéndola allí, lejos, ausente, rodeada de aquellos que se hacían llamar sus amigos y que ella siempre había dicho que la mirarían solo por su cuerpo, ahora, en ese mismo instante, comprendía que le daba igual pasar mil noches con ella, abrazados frente a la