Peñalara 4
Y ahora, os cuento una anecdota de risa, que mis primos me la recuerdan siempre, pero sinceramente, yo no me acuerdo. Aprendí a caminar con nueve meses, y a los pocos meses, cuando aun no me tenía mucho en pie, fuímos a peñalara, para realizar una comida familiar y pasar un día agradable en el campo. No tenía estabilidad para ir sola entre tantas piñas, trozos de tronco, piedras, etc. Pero no quería nunca que me dieran la mano, si me caía me levantaba, pero eso de que estuvieran dándome la mano, me ponía nerviosa, como a cualquier niño que acaba de conseguir su libertad. En peñalara, tenía mucho para observar, y corría de un lado para otro detrás de mis primos, mi chache, o cualquier bicho viviente que viera por allí. El caso es que, mis primos, y digo primos, porque eran todos chicos, siempre andaban poniéndome nerviosa y salían corriendo detrás de mí, para ver que hacía, yo corría hacia mi madre, que siempre me cogía en brazos y les regañaba entre risas mientras yo me ahogaba en...