Los días pasaban sin noticias y en vano, entre trabajos forzados, e impaciencia, las noches se hacían cada vez más largas y los días más insoportables. Nadie daba noticias, y el rey no había vuelto a aparecer por allí, sabía que su primo no podía arriesgarse a la ira de otro soberano, pero al menos podía darle noticias sobre su esposa, eso es lo que se merecía al menos. - Han venido a verte- tocó el guardia uno de los barrotes de la celda. - ¿Es una mujer?- preguntó impaciente. - ...