Todo puede esperar

Ella andaba solitaria por un bosque lleno de árboles, la vegetación la acompañaba a cada paso, el trinar de los pájaros, el sol dorando su rostro, pero aun así, ella ajena a lo que había a su alrededor, continuaba andando sin rumbo fijo. Hacia tiempo que se había perdido en ese bosque, hacia tiempo que caminaba sola, y solo quería seguir estando así, de ese modo, en la paz del silencio y en la melancolía que traía la nostalgia de una vez, cuando ella había residido en una bulliciosa ciudad. Pero es que, no era bonito el ruido de los coches, los pitidos de las motos, el rechinar de las bicicletas, los ruidos, los semáforos, la algarabía de los niños, eso no era bonito, sin embargo, ese rincón, el rincón donde los sueños se hacían realidad si lo era, porque ahora mismo estaba donde ella quería. Seguramente si se tumbaba en el suelo podría notar el frescor del rocío de las hojas por la mañana, y era de mañana, muy temprano… Se sentía tan en paz en aquel luga...