El arte de las palabras

Pero las cosas cambiaron a la semana siguiente. Osmar y Uwuain habían enviado un comunicado a sus respectivas casas, y estaban esperando a que llegaran a recogerles, Isemay esperaba también con paciencia, a que ellos se marcharan de allí, pues una vez llegara a uno de los dos destinos pediría la audiencia con el rey. Pero esa semana, llegó de visita la hija de Doña Encarna, era una mujer joven y muy bella, con ella llegó su esposo, y la casa se llenó de repente de personas, Doña Encarna se lo comunicó una mañana antes de que llegaran. -                             Mañana recibiremos visita, viene mi hija- la dijo mientras ayudaba a que Isemay se vistiera. -                             Pero eso es fantástico- se volvió em...

            Tanto había cambiado su vida por él, que ya ni siquiera era capaz de sentir placer en las cosas que hacía de niña, dejó de tomar pastel de chocolate, porque le recordaba el día en que salió de Halk, él también lo tenía presente, sus ojos relampagueando de dolor, su cuerpo pequeño y frágil diciéndole que no la deseara la muerte. -                             Isemay, ¡Que te he hecho! Llevaba semanas pensando en su confesión, y también en los últimos días compartidos, las palabras del capitán recomendándole que intentara conocerla, las de su propia esposa, recordando momentos pasados, y diciéndole que siempre le había amado. Noches y días demasiado largos para soportar lejos de ella, era un egoísta y lo sabía, pero el deseo de satisfacer en un primer momento su necesidad física había pasado...

Y como no voy a amarte, si tu risa es la caricia de mi alma, si tu rellena mi corazón, si tus palabras son dulzura en mis oídos, si mi vida se muere si no estás conmigo. Y como no voy a amarte, si vives para hacerme feliz, si rodeas mi cuerpo protegiéndome del mundo, aguantas lo indecible cuando enfermo, esperando al lado de mi cama mientras duermo. Y como no voy a amarte, si has devuelto las palabras a mi mente, si mis versos aparecen con tenerte, si mi vida se acaba sin tu presencia, si tu risa es el motivo de la mía, si puedo esperar sentada, enfadada durante horas, que llegas, me miras, y mi mundo brilla de nuevo. Y como no voy a amarte, si llenas mi mundo de ternura, si con tus manos me guiaste hasta la luna, me hiciste seguir el camino, levantar y no tropezar, con las piedras del destino. Y como no voy a amarte, si me prestas tu hombro para consolarme, si escuchas sis quejas y mis lamentos, me dices que siempre estarás conmigo y prometes un mundo con tus intentos, me regalas ...