Si escribiera otro discurso

Si hoy tuviera que escribir otro discurso de graduación...

Probablemente hablaría de los mismo, más hoy, puedo añadir la experiencia que entonces no tenía. Agradecería a mis profesores el haberme enseñado ser y no ser, el haberme hecho sentir especial con cada una de sus palabras, y a la vez haber provocado en muchos aspectos que me sintiera inferior, porque todo ello me ha enseñado.

Y es que es cierto, cuando te quedan a penas pocos meses para terminar la carrera, parece ser que empiezan a verte más alumno que nunca, no sé si competencia, o tal vez, el miedo de saber que sales de allí y no estás preparado... pero de ese modo, es como yo siento que te ven algunos de los que te enseñan.

Estas navidades, tuve la suerte de trabajar con una chica que estaba de prácticas, y digo tuve la suerte de trabajar, porque para mí, no era una chica de prácticas, sino una profesional como la copa de un pino, y lo reiteraré una y mil veces, hasta el punto de que no solo me vi capacitada para mostrarla lo bonito de la profesión, sino que ella me enseñó y me recordó lo bonito que es vivirlo desde ese punto de vista, cuando aún tienes el miedo a equivocarte, como siempre quieres que estén pendientes y a la vez que te dejen hacer... 

Me entenderán los profesores cuando explico, que una vez que dejas de estar de prácticas siempre sigues teniendo miedo. Porque ahora ya no dependes de nadie, sino de ti mismo, llega la hora, toca el timbre y debes entrar en tu clase y cerrar a puerta, enfrentarte a caritas expectantes que están deseando que les motives y le des un incentivo para permanecer atentos el resto de la clase.

Hay empiezan los conflictos, y eso es lo que plasmaría en mi nuevo discurso, la importancia de ser diferente, de entrar a una clase y captar su atención en los cinco primeros minutos de ella, porque si no lo haces, ya no entrarás en sus cabecitas. Eso nos hace tan diferentes.

Yo les preguntaba a mis alumnos el otro día, ¿por qué dejamos de dar las gracias? y ellos me dijeron, que porque ya no es necesario, hacer las cosas bien es nuestra obligación. Pero, en mi discurso daría valor a la importancia de agradecer. ¿Por qué no agradecer a un profesor que te de una clase inolvidable?, ¿por qué no agradecer que se prepare un temario que te haga permanecer atento toda una hora?, y del mismo modo, ¿por qué los profesores no hacen lo mismo?, ¿por qué no agradecer a un alumno cuando sale de las cuatro reglas establecidas y nos enseña algo nuevo?, ¿por qué no agradecer a los alumnos que te presten atención aun sabiendo que no es tu mejor día y les estás aburriendo?

También hablaría de la importancia del respeto, el otro día me preguntaron, "si un profesor no te habla con respeto ¿porque tengo yo que hablarle bien?", lo pensé por un momento y se me ocurrieron miles de razones en mi cabeza "el profesor es mayor que tú, merece respeto", "él es profesor, merece un respeto", "tu obligación como alumno es respetarle"... pero fui descartando una por una, ¿cómo pedir respeto desde la carencia de él?. 

Y esto me llevaría al tema de la importancia de los modelos, somos modelos siempre, sobre todo para los niños que como esponjas absorben todo lo que les enseñamos, si tú gritas, ¿porque él no puede hacerlo?, si tú no le escuchas, ¿porque él debe escucharte?... y de ese modo, mil preguntas. 

Pero una muy importante, ¿qué diferencia hay, entre una persona que se ha sacado la carrera y una que va a sacársela en unos meses?, porque yo únicamente veo una, que los miedos cambian, pero ambas deben saber enfrentarlos. Ya que tanto profesor como alumno aprenden uno del otro a lo largo de toda su vida. 

NINGUNO ES SUPERIOR AL OTRO. RECUÉRDALO SIEMPRE PARA SER UN BUEN PROFESIONAL.

Por lo tanto, si tuviera que escribir otro discurso de graduación... 

Sería igual, pero añadiría la experiencia de saber, que un alumno necesita tanto a un profesor, como un profesor a un alumno, sin nosotros no habría escuela, y sin ellos no estaríamos nosotros.

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Un besazo.