La inteligencia me persigue, pero yo soy más rápida.

Esta frase siempre me hizo gracia, porque mi familia es un notable ejemplo de que hay personas que son mucho más inteligentes que otras, pero ser inteligente no va de la mano con ser culto, con saber respetar, ser tolerante, persistente, ordenado, delicado, cuidadoso... Y el resto de adjetivos que seguramente os estén viniendo en la cabeza.

A veces en la vida, más vale aceptar la manera en que somos cada uno, y aprovechar al máximo nuestras virtudes. 

Puede que yo no sea la persona más inteligente del mundo, pero soy perseverante, lo que me ayuda a llevar las cosas a buen puerto.

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Un besazo.