El arte de igualar... hacia arriba.



Hace poco, ley un libro de Jorge Bucay, en el que una de las historias que cuenta me llamó mucho la atención, la historia hablaba de un hombre, que un día estaba trabajando con una sierra eléctrica, y al ir a talar un árbol, se cortó las dos piernas, poco después, el hombre va a un psiquiatra porque esta muy triste, pero no por el hecho de haber perdido las dos piernas, sino porque sus amigos han cambiado de actitud con él, ya no llaman para hacer ciertas cosas porque creen que él no puede hacerlas .

El psiquiatra le dice que obvio que se ve que no puede hacerlas “el psiquiatra le dijo que comprendía su depresión. La pérdida de las dos piernas, era un motivo muy justificado para su angustia”, pero él le explica que ha aprendido a usar tan bien su silla de ruedas que se ve capaz de hacer de todo “mi depresión no tiene nada que ver con la pérdida de mis piernas. No es la discapacidad lo que más me molesta. Lo que más me duele es el cambio que ha tenido la relación con mis amigos”.

Pero el psicólogo le recomienda, que se busque gente igual a él, con los que tenga cosas que compartir, y con los que tenga las mismas posibilidades, viendo absurdo el planteamiento que Juan le hacia, si sus amigos no le llamaban para nadar, bailar o correr, era por su discapacidad. Pero el psiquiatra llegó a más, e incluso “se decidió a explicarle claramente lo que pasaba. Él sabía mejor que nadie que la mente tiene resortes tan especiales que pueden hacer que uno se vuelva incapaz de entender lo que es evidente y obvio” y añadió “que sus amigos no lo estaban evitando por desamor o rechazo… aunque fuera doloroso, el accidente había modificado la realidad. Le gustara o no, él ya no era el compañero ideal para hacer las cosas que antes compartían”

El hombre, va a su casa aceptando el consejo del psicólogo “Para poder hacer las cosas que él deseaba hacer y otras más, era mejor acostumbrarse a hacerlo con sus iguales” y al llegar prepara su sierra eléctrica, iba a cortar las piernas a sus amigos para que todos fueran iguales a él.

Lo que me trae a la mente, no solo mi profesión y la cantidad de gente que cree que las personas con discapacidad no pueden llegar a hacer nada, en vez de brindarles las oportunidades para que lo intenten y en la mayoría de los casos lo consigan.

Sino que también me trae a la mente, la cantidad de veces, que por envidia, por cobardía, por vaguería o simplemente porque creemos que no podemos arremetemos contra los demás, impidiéndoles que lleguen lejos.

Pongo el caso del psiquiatra, en vez de decirle que explique a sus amigos que puede hacer las mismas cosas que ellos nada más que de diferente manera (desde una silla de ruedas), le aconseja, que busque gente que este en la misma situación, como si todas las personas que no estamos en silla de ruedas, únicamente saliéramos con gente que esta en las mismas condiciones que nosotros.

¿Quién es el que debe ser capaz de decidir hasta donde puede llegar? Yo os aseguro que no una persona ajena a nosotros, podemos recibir ayuda, pero nosotros mejor que nadie sabemos hasta donde podemos llegar, y queremos llegar.

Hay gente que se conforma con llegar a lo mínimo y otras personas que siempre buscan el máximo rendimiento, eso es lo que nos hace diferentes, y debemos estar rodeados de todas ellas para valorar lo que tenemos, las miles de pequeñas cosas que a simple vista nos pasan desapercibidas.

¿Por qué atacar en vez de esforzarnos más? Me considero una persona perfeccionista por naturaleza, y me molesta la gente que critica mi trabajo por el mero hecho de pensar que soy mejor que ellos y solo quiero destacar.

En mi vida, no me considero ni me he considerado nunca mejor que nadie, pero, hay que ser sinceros, yo valoro a la gente que quiere superarse, creo que es algo digno de admirar, y el que ni siquiera lo intenta, simplemente es que no valora las pequeñas cosas que les han sido entregadas.

En el aula, cuando vienen a mí, alumnos de los que nadie se ha ocupado, pienso en cuantas de esas personas que los tuvieron a su cargo, pensaron que ya no podrían hacer nada más, o cuantos de ellos simplemente decidieron tirar la toalla ante la presión, o tal vez, cuales de ellos, sintieron que podían hacer algo pero no lo hicieron por miedo a que creyeran que se estaba metiendo donde no debía.

Cuando pienso en todo esto, busco en mi vida privada, las veces que he estado a punto de tirar la toalla cuando las cosas venían mal y la gente que me cogió de la mano y me ayudó a levantarme para seguir adelante. Y lo uno a las veces que yo he tomado la mano de otros que se creían caídos y les he ayudado a mirar las cosas positivas de la vida.

En mi discurso de graduación dije que no podíamos cambiar el mundo con un granito de arena, pero si con montañas de ella, solo espero que todos penséis en este texto, y en que es lo que normalmente hacéis en vuestra vida, ¿luchar o rendiros?, y si normalmente utilizáis la segunda estrategia, plantearos si es correcto y sino deberíais mirar la vida, en cierta medida, como Juan, tal vez no es que los demás nos superen, sino que nosotros no intentamos llegar a su altura.

Y yo estoy segura de algo, la gente que llega alto, lo hace porque lucha y se esfuerza, aunque pensemos que hay a gente que las cosas pueden venirles regaladas, tarde o temprano, lo que nos va haciendo a cada uno como seres humanos, no es lo que nos regalan, sino las cosas por las que hemos luchado.

Un beso a todos.

Por si queréis leer la historia, se titula "Juan Sinpiernas (o el arte de igualar hacia abajo)"



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Un besazo.

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Comentarios

Lenisse Reyes ha dicho que…
Me encantó tu texto y la forma en que redactas y expresas lo que sientes respecto a este tema, por asi decirlo. Pienso que lo que planteas es un tema con muchas vertientes.En cuanto a la parte de la discapacidad, no todo el mundo tiene la paciencia para lidiar con estas personas, quizas por eso el psiquiatra hizo lo que consideró lógico; le recomendó que anduviese con gente de su "tipo". Es un problema social el de excluir a los discapacitados, gracias al cielo y a gente buena, desde unos años para aca se ha hecho el esfuerzo de incluir a estas personas en el ámbito social normal, aún así los esfuerzos no han sido suficientes, pero es lo que dices; Si comenzamos por nosotros mismos a incluir a estas personas en nuestros círculos, independientemente de su condición física, a no rechazarlos, entonces resolveriamos las diferencias y la exclusión.

En cuanto a que hayas querido inclinarte por esta rama de la educación, creo que este hecho no es motivo de crítica, en mi caso pienso lo contrario, es motivo de admiración , puesto que como ya cite anteriormente no todos tenemos la paciencia y el deseo suficiente como para trabajar con este tipo de cosas. Siempre habra gente en el camino que no quiera ver a los demás brillar, no somos dinero para caerle bien a todos (como dice una frase por ahí). Además como dice otra frase, no se sabe con certeza la clave del exito, pero la clave del fracaso está en tratar de complacer a todo el mundo.

Podría pasarme horas comentando sobre este tema, pero esta apenas es una columnita de comentarios :P
Tamara ha dicho que…
He de decirte, que no todo han sido críticas duras. Cuando decidí estudiar esto, mi entorno no sabía de que se trataba ni con que personas estaría, por lo tanto, como en todo, me llovieron muchas críticas tanto buenas como malas, creo que incluso por parte de mi familia, y sobre todo de la más cercana.
Pero el día que me planté en casa y les dije a mis padres, o especial o nada, creo que comprendieron cuando amo mi profesión, siempre he pensado que cuando una persona decide estudiar una carrera, debe hacerlo porque le gusta, sino... tardaras mucho tiempo en sacártela, y la motivación será nula.
En mi camino, me he encontrado gente, que no entendía a que me dedico ni porque, y otra, que me ha apoyado muchísimo, aun sin entender, porque soy capaz de soportar ciertas cosas (arañazos, golpes...) solo por conseguir que avancen un poco más y esos alumnos sean un poquito más felices.
Creo que hoy en día, todos saben porque, cuando salgo de casa feliz para ir a clase, y llego del colegio más feliz aún. Yo les enseño y ayudo, pero ellos me dan parte de mi vida.
Espero que lo que has dicho se cumpla, y que todos pongamos un poquito más de nuestra parte, tu que conoces bien lo que es querer trabajar con personas, entenderás entonces, porque no hay que poner barreras, sino intentar levantar las que ya hay puestas.

Un besazo y muchas gracias por tu comentario Lenisse.

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