Isemay- Parte 14.5 VIVO
Un impulsó la llevó hasta la cubierta creyendo que podría estar sucediendo algo, abrió la trampilla donde el sol comenzaba a esconderse por el horizonte. Varios hombres que permanecían cerca se volvieron para contemplarla, supuso que sería un gran cambio para ellos verla vestida de otro modo.
Osmar también lo pensó, desde la cubierta superior, observó como su esposa salía, se acercaba al capitán para preguntarle algo, y él debió mandarla un cumplido, pues ella se sonrojó y bajó la cabeza sonriendo. ¿De donde había sacado ese vestido? con el cabello suelto y el color blanco del traje parecía una diosa en medio del océano, como un fantasma que hubiera salido del mar en ese instante. Una ráfaga de viento, movió su pelo, y pequeños mechones cayeron sobre sus hombros.
Ella sonrió y finalmente levantó la vista hasta que sus ojos se encontraron con los de él. Le saludó con la mano, y siguió paseando por la cubierta, parecía que buscaba a alguien.
- ¿No va a bajar a saludarla?- habló una voz tras él que le hizo sobresaltarse.
- Ya lo hice esta mañana- contestó reticente a la mujer que se acercaba y se volvió para mirarla.
- Supongo que entonces ella tiene razón- suspiró la mujer y se volvió para alejarse.
- ¿Razón en qué?- preguntó deteniéndola con su voz.
- Me dijo que no la amaba- se acercó de nuevo- y si es usted tan tonto como para no aprovechar la situación que le estoy brindando, entonces es que no merece a semejante mujer. La joven ha estado muy triste últimamente, en parte se debe a que yo misma informe a los marineros que ella era una mujer casada y la han estado haciendo el vacío, espero no arrepentirme de mi comportamiento.
Para sorpresa de Osmar esa mujer parecía saber todos los detalles de su matrimonio, y su mirada le decía que era capaz de saber que le estaba pasando en esos momentos por la cabeza. Era cierto que desde que salieran de la isla había estado evitándola, la tentación de tenerla tan cerca y no poder hacer nada para merecer su perdón lo estaban volviendo loco.
Cerró los ojos y tragó con fuerza, sentía que algo le aprisionaba la garganta impidiéndole articular palabra. Desde hacía unos días había visto como los hombres esquivaban su mirada al ver a Isemay, pero pensó que era producto de su imaginación, lo que él deseaba que ocurriera, y es que desde que habían subido al barco, jamás había tenido ese sentido de pertenencia hacia alguien. Isemay era su esposa, que otros hombres la miraran del modo en que lo hacían esos marineros, se acercaran a hablar con ella como si sacarla una sonrisa fuera su gran propósito del día. Sentir y oír como la piropeaban durante la cena y cuando les servía las comidas, los muchachos más jóvenes se sonrojaban cuando ella les dedicaba tan siquiera una mirada o una sonrisa.
Había pasado semanas conteniéndose en no derribar de un solo puñetazo a aquellos que la dirigían miradas obscenas, pero sabía que no tenía derecho a ponerla en contra de nadie, ni a prohibirla nada. Aunque solo de pensar que ella había estado sola en la corte donde probablemente muchos hombres la habían codiciado de la misma manera, se le revolvía el estómago.
Tenía ganas de llegar a Halk, la obligaría a vestir sus colores, al menos intentaría que ella lo hiciera, él necesitaba mostrar al mundo que ella era su esposa, le pertenecía y si bien habían estado separados durante muchos años, no permitiría que la distancia entre ellos durara mucho más tiempo. Pero ese mismo espacio es el que la estaba dando a ella para que se acostumbrara a su presencia, a sentirse la esposa de alguien.
- Doña Encarna- escuchó la voz de su esposa bajo la cubierta y miró en su dirección- Osmar, dila que me espere- le gritó a su esposo, y se acercó a la escalera para subir apresuradamente.
- Querida- se acercó la mujer y la tomó de los brazos- estás espléndida, sabía que mi hija tendría tu talla.
- ¿Servimos ya la mesa?- preguntó sonriente.
- En unos minutos, espérame aquí, enseguida vengo en tu busca, tengo que comentarle algo a mi esposo- se agarró a la baranda de la escalera para descender, pero antes echó una mirada reprobatoria a Osmar- querido- gritó a su esposo cuando estuvo abajo y corrió a reunirse con él.
Comentarios
En fins, sigo enganchao profe.
Me alegro de que sigas enganchado, yo espero tus capítulos.
Ahora el Osmar lo tiene fácil, ya está casao y encima la metamorfosis de la chica le favorece respecto a sus gustos. A ver si deja de ser un flojo :)
Jajajaja, yo creo que la boda como fue impuesta no le costo nada a Osmar, llegó y ya la tenía en casa, tener a las mujeres tampoco le ha costado nada, ahora, ¿Su mujer? Eso son palabras mayores, si nunca conquistó a una, ¿Cómo sabrá conquistar a la suya?
A ver si luego a la tarde me leo el siguiente. Me voy a acurrarrrrrrr, jajaja
un beso
Y amar no debería estar por debajo de ser un machote, se puede ser las dos cosas, pero pensaban que los sentimientos nublaban la visión en el campo de batalla, si no se amaba, no se sufría cuando las mataban o morían en el parto, y eso ocurría a menudo.
Un beso, que no trabajes mucho.