Nadie espera a nadie eternamente
En la tribu del reposo, vivía un Indio, grande, fuerte y valiente, había estado siempre emparejado con una hermosa india, de cabellos oscuros y ojos grandes, pero ella era como las demás indias, morena, y el punto de su frente, antes único para el indio, ahora ya no era más especial que cualquier otro de la tribu.
Empezó a tomarse su amor como un contratiempo, que le obligaba a perder tiempo en sus entrenamientos, le quitaba tiempo para salir al bosque y cazar, para amar a otras mujeres… Ese amor, que al principio tanto ansiaba, se fue convirtiendo en un estorbo.
La joven india, cansada de verle infeliz, habló un día con él.
- ¿Qué quieres mi hermoso indio? ¿Qué deseas de la vida?
- La libertad- le contestó él- solo quiero ver mundo, salir con otras mujeres, cazar sin preocuparme de volver a casa, vivir, lo que no hice estando a tu lado.
- Entonces vete- le dijo ella- sé feliz, recorre mundo, mi corazón te pertenece, estaré aquí cuando regreses.
La hermosa india con lágrimas en los ojos, le dejo marchar, si su amor por él no era suficiente, entonces debía dejarle ser libre. Y él se marchó, recorrió el mundo, viajó de un lugar a otro, cazó cuando quiso, conoció a otras mujeres, nada le preocupaba en su nueva vida, cuando regresara, la tenía a ella, siempre le esperaría.
Pero el tiempo fue pasando y el indio no regresó. Por aquel entonces, a la tribu, se unió un joven, apuesto, gallardo, valiente, fuerte, enamorado de la vida. Consideraba que ya había vivido bastante, conoció mujeres y de nada le habían servido para traerle felicidad, conoció países, y de nada servían sin compañía del amor.
El nuevo indio, se enamoró perdidamente de la joven india que siempre lloraba lamentando el amor perdido, esperando que él regresara para buscarla, y el tiempo pasaba. La joven india se sentaba frente a la orilla del río, esperando que su amor regresara, el nuevo indio, se sentaba siempre a su lado, tomándola de la mano, consolándola en su nostalgia.
El nuevo indio espero, valoro, y supo, que algún día, ella olvidaría al amor que tuve una vez, pero ella esperaba que él regresara, nunca se percataba de lo que tenía al lado.
Unos años después, el indio regresó, ya había vivido todo, era tiempo de casarse, de formar una familia.
La india, lo recibió con los brazos abiertos, le abrazó, le adoró, como todos los días había hecho desde su partida, ella lo soportaría todo por él.
Una tarde, sentada frente al río, añorando al hombre que se había marchado, se quedó dormida. La india, vió la sonrisa de su amado, sus ojos cuando la miraban, los besos que la daba, las caricias, la manera de tratarla, para él, ella siempre había sido lo primero. Le vió marchar, él no había vuelto la mirada atrás para despedirse, sin embargo ella lo había esperado siempre.
Al despertar, su amado había ido a buscarla, y ella observó su rostro, no tenía la sonrisa que un día la enamoró, ya no eran sus ojos los que quería ver reflejados en los suyos, ni sus manos aquellas que debían tocarla, le sintió tan cerca, y a la vez, tan lejos ya de su corazón.
- Tenemos que hablar- le dijo.
- No tengo tiempo- fue su respuesta.
- Yo si lo tengo- le contestó ella frenando su marcha- voy a tener todo el tiempo del mundo, porque ya lloré por ti, ya te esperé sentada en esta orilla, anhelando lo que un día se marchó, no eres tú al que yo amé un día, no soy yo a la que tu amaste, no quiero esperarte.
- Años llorando por mí- rió el indio- y ahora crees que me olvidaste.
- No te olvidé, fuiste parte de mi vida, mis lágrimas fueron amargas, y tu regreso fue dulce, pero no a ti al que añoré, si no tú recuerdo.
- ¿A quién añoras entonces?
- Al que me dio consuelo cuando te marchaste, el que jamás me pidió explicación, el que secó mis lágrimas y esperó mi sonrisa en silencio. Yo siempre te dí, tu nunca me entregaste nada, es hora de que yo también haga un viaje y conozca mundo, ahora es mi turno de ser feliz.
La india marchó apenada, era una despedida dura, pero sus lágrimas no eran de dolor por la pérdida, si no de alivio, al fin llegó lo que ella tanto esperaba, el olvido.
Fue a buscar al nuevo indio, y este la estaba esperando, la dio un beso, la cobijó entre sus brazos y la susurró antes de desaparecer en silencio:
- Yo soy la fuerza que tu necesitabas, soy el amor que tú misma te entregaste, no me amas a mí, amas a la lucha que tú misma te has dado, al esfuerzo de no recaer con las lágrimas, la persona que lucha por sí mismo, consigue muchas cosas en la vida, el que vuela, abandona, y regresa dejando un corazón herido y solo, jamás se merecerá las lágrimas de nadie. Amiga, ya lloraste lo suficiente, ahora es tu tiempo de ser feliz.
- ¿ Por qué esperaste tanto tiempo para decirme que tú eras mi fuerza? ¿Por qué no me dijiste que salías de mí?
- Porque todo desamor, necesita lágrimas, y todas las lágrimas necesitan acabar en cenizas, el viento se lleva esas cenizas cuando el corazón ha vertido ya la última lágrima.
La india comprendió, que todo, tiene su tiempo, y que la fuerza no llega al día siguiente, no curas las heridas de una caída en un instante, no vuelves a amar en un segundo. Comprendió, que la confianza se gana poco a poco, y que cuando uno confía en sí mismo, es capaz de lograr muchas cosas.
Dicen, que el indio comprendió, que cuando uno no cuida el amor, este no perdura eternamente, y que las llamas de un corazón que abandonó a otro por ansiar libertad, siempre seguirán ardiendo por el pensamiento de lo que pudo haber sido y perdió. Nadie espera a nadie eternamente.
Comentarios
Un besazo.
Juan Ignacio, que poco fácil es realmente el sentimiento.
Otro besazo.
Hay personas que no saben valorar la persona que tiene a su lado, y que piensan que tienen licencia para hacer lo que les venga en gana y eso no es así.
Hay verdaderos terroristas del amor, porque hacen muchísimo daño y ni se dan cuenta y si toman conciencia de ello les importa un pimiento.
Pero la vida es muy larga y a cada cerdo le llega su San Martín.
un besito. Amelia
pd: creo que he estado un poco dura pero es que hay cada niñato suelto .....
Un besote!!
Un besazo.
Un besazo.
Un besazo.
Un besazo.
Una buena historia para que recapacitemos.
Saludos.
Un besazo.
Un besazo.
Las cosas del pasado tienen que permanecer en el pasado, y lo mejor ni acordarse de ellas, jejeje.
Y bueno nadie se muere por nadie creo que es una frase hecha, mientras hay amor claro que se muere, se mataría, pero cuando este se ha ido siempre tiendes a volar a otro nido, jejej eso es cierto no?
un besote niña