Isemay- Parte 28.2 MUERTO
Habían apresado a Wilde y le mantenían en los calabozos, Uwuain se ocupaba de él, mientras Reinald e Isobair habían proseguido el viaje con la otra embarcación, que no había sufrido lo suficientes daños, como para no poder seguir navegando.
La estampa llena de dulzura que se encontró en esos momentos, le hizo sentirse amado en cierta medida, su esposa, estaba tocando la cabecita de su hijo, mientras le miraba como succionaba el rosado pezón, del que salía la leche que le alimentaba.
- Pórtate bien- hablaba Isemay con su hijo- no seas tan impaciente.
El niño berreó a modo de respuesta y cerró los ojos, mientras con una de sus manitas sujetaba el pecho de su madre, como sino quisiera que en ese momento se moviera de allí.
Isemay le tocó el pie para despertarle, acababa de dejar de succionar, y eso le pasaba a menudo, comenzaba a comer con mucha ansia, pero a los pocos minutos se cansaba y relajaba la mandíbula, manteniendo el pezón contra su lengua. Al notar el tacto de su madre en el talón, comenzó a succionar de nuevo con fuerza. La risa de Isemay llenó la estancia donde se encontraban. Se la veía tan feliz, y a la vez tan frágil.
- Te he dado las gracias hoy por darme un hijo tan hermoso- la dijo acercándose a ella, pero la mirada que recibió no fue la misma que la que prodigaba a su bebe momentos antes.
- Ya te dije que fue un placer- contestó de forma arisca, y el pequeño se removió inquieto en sus brazos.
- Fue una noche maravillosa- quiso continuar la conversación.
- ¿Has soltado a Lord Wilde?- fue lo único que ella quería saber.
- Te dije que no lo haría- se incorporó su esposo molesto- no entiendo el motivo por el que debería hacerlo, ha intentado quitarme a mi esposa.
- Todos pensábamos que estabas muerto- intentó decir despacio para que su hijo no se enfureciera pero no funcionó.
- Ya te pedí disculpas por haberme ido.
- Pues no me bastan- dijo levantándose para acunarle entre sus brazos pues comenzó a llorar desconsoladamente- y sino quieres nada más, te agradecería que salieras.
- Dámele- tendió los brazos hasta el niño- yo puedo calmarle.
- Yo también- se volvió hacia él con los ojos llenos de fuego- he sido yo la que le he llevado ocho meses en el vientre.
- No te he dicho lo contrario- se enfureció el por fín- pero estas agotada, necesitas descansar.
- No quiero descansar.
- Debes hacerlo, lo necesitas.
- Necesito que sueltes a Wilde- repitió airada, intentando que su hijo volviera a coger el pezón y dejara de llorar.
- Al único que necesitas es a tu marido, que soy yo, tanto si quieres, como sino- concluyó la discusión y dio un portazo en la puerta al salir.
Comentarios
un besote profe
Un besazo.
Un besazo Dany.