Isemay- Parte 33.5 MUERTO


Pensar que hasta hace unos meses era capaz de ir de un lugar a otro con mujeres mucho más bellas y experimentadas que ella, complacientes en exceso, y que ahora, poco tiempo después, no se imaginaba otra vida que no fuera junto a ella, no quería pensar el porque de tales reflexiones, el amor no era cosa que estuviera hecha para él, pero ya había admitido que la amaba, era lógico que quisiera protegerla.
Solo la mera idea de creer que podía pasarla algo en su ausencia le ponía los pelos de punta, recordó por un instante el tiempo pasado en el castillo de Wilde, su rostro demacrado por los golpes, su mirada de dolor, y las cicatrices que habían tardado tanto en curarse, por su seguridad salió de allí sin tomarse la venganza que debía, no podría dejar de pensar en ningún momento que si él fallaba, a ella la casarían con otro hombre, y no era algo que estuviera dispuesto a soportar, ni siquiera muerto.
Una vez Uwuain le había admitido que habría entregado a su hermana para que se casara con él cuando esta hubiera sido mayor, ahora el mismo sabía que la habría pedido como su esposa en cuanto hubiera crecido, ¿O tal vez no? ¿Era posible que un hombre hubiera podido estar tan ciego? Durante años la había tenido al alcance de la mano, muchos viejos amigos, celosos de que él rivalizara por las bellezas de la alta sociedad, aún estando casado, le habían realizado comentarios sobre ella, inofensivos, y a los que no había prestado ningún caso. Pero todos ellos habían dado en el clavo, ahora se sintió enfurecido y cerró los puños a los costados al mirarla de nuevo, que todos aquellos jóvenes caballeros la conocieran y se hubieran dado cuenta de su potencial antes que él, le dolía. Debía haberla mantenido a su lado todo el tiempo, ella siempre lo había amado, tal vez si la hubiera explicado las cosas de otra manera, ahora todo sería diferente.
-                            Pero…- la oyó quejarse de nuevo al otro lado de la habitación mientras se calzaba.
-                            Vuelve a la cama- la indicó con el dedo- tu te quedas aquí.

Comentarios

EldanYdalmaden ha dicho que…
Bueno, con el paso del tiempo, mejor más temprano que tarde, por fin nos enteramos que, aunque no sean tan bellas las personas por fuera, por dentro somos todos iguales, Isemay conquistó a Osmar con su forma de ser, con su personalidad, derribando los mitos que él tenía con respecto a las demás mujeres.
Bien pensado profe.

Un abrazo.
Arte de enseñar ha dicho que…
Pues si, no se enamora uno de lo de fuera, porque cuando nos hacemos mayores termina marchito y lo de dentro pertenece en su esencia.

Un besazo Dany.

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