Isemay 40.9
Cuando llegó hasta el sillón más alejado del balcón donde estaba segura
de que Osmar los miraba, ya había decidido cómo explicarle a su hijo la
situación, a lo mejor había sido demasiado dura con él, pidiéndole que se
quedara con un extraño. Con su hijo sobre sus piernas, lo abrazó, y le hizo que
la mirará.
-
Te acuerdas de que mamá te contó que Reynald no era tu
papá, que papá se había tenido que ir a un sitio muy lejos, para poder luchar
contra los malos- le explicó a su hijo, y esperó a que él asintiera.
-
Si, con la espada, el papallo- comenzó a interesarse el
niño por la historia.
-
¿Has visto a ese hombre de fuera?- le explicó- Pues es
papá, ha venido a contarle a Olaft, todas las cosas que ha visto.
-
¿Vamos a pegar a alguien?- preguntó el niño sonriente.
-
Esperemos que no- suspiró ella- papá puede enseñarte su
caballo, tiene un enorme caballo.
-
¿De qué color?
-
No lo sé, mamá hace mucho que no lo ve, pero va a
llevarte con él, un rato, sólo hasta que Olaft quiera, después volverás con mamá,
yo te esperaré.
-
Aquí sentada- dijo el niño observando el salón como si
quisiera salir corriendo de sus rodillas cuanto antes para ir a ver al caballo.
- En la habitación- le contradijo ella- mamá estará con el tío Reynald,
vamos a ir a dar un paseo.
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