Isemay- Parte 38.8 EXILIADO

            
Días después medio ejército del rey había llegado a la aldea, el rey encabezaba la marcha. Había entrado en la austera cabaña de la anciana, estaba pálido y las ojeras adornaban sus pómulos. No había parado a descansar desde que su carta había llegado.
-                            ¿Estás bien?- La había dicho abrazándola- Te hemos buscado por todas partes, no sabía dónde podría encontrarte.
-                            Estoy bien, de veras, y el niño también, sólo quiero regresar a casa.
Y eso mismo había hecho el rey, llevarla a Halk, y permanecer con ella durante días, hasta que Reynald llegó para acompañarla. Su primo había pedido que le concedieran su protección, y el rey así lo había hecho. Unas semanas después, recuperada casi por completo, había decidido viajar a la corte, para pedir al rey la anulación de su matrimonio, y sólo para enterarse de que su esposo y su hermano estaban presos, y habían sido condenados a la horca.
Salió de la corte llorando, hecha una furia, pidiendo no preocuparse más por ellos, pero sabía que no tenía alternativa, bajo su cabeza no pesaría la sensación de haberles abandonado, ella no era como ellos, que tan poco la habían querido, ella los había amado a ambos, y ese sería el último sacrificio que realizaría por ellos. Les sacaría de allí como fuera, y después, les enviaría lejos, muy lejos.

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