- Siempre se ha comentado que los vestidos de la nobleza son espectaculares, ¿Por qué no nos cuentas del tuyo?- intentó suavizar el ambiente Clotilde. - No era nada del otro mundo- le quitó importancia a ese hecho- en verdad no me enteré de que iba a casarme hasta un día antes, mi madre vino a mi alcoba con un vestido blanco, que me dijo tendría que utilizar al día siguiente, porque me casaba. Me quedaba bastante grande y tuvieron que recogerlo con varias tiras a mi cintura para que se ajustara y no cayera al suelo cuando andaba, dos criadas recogieron trenzas sobre mi cabeza, formando una corona, y me negué a vestir el escudo de mi familia, así que tampoco llevaba capa. - ¿Pensé que escogíais vuestros vestidos?- metió el dedo en la llaga Liperto. - Mi matrimonio no fue convencional, y tampoco mi boda, ni mi noviazgo. Desde el día en que mi suegro colocó un anillo en mi dedo