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Mostrando entradas de marzo 23, 2012

El amigo que nunca tuve 2

Ella intentó levantarse, pero el esfuerzo no le dejó dar un paso, estaba tan cansada… Volvió a sentarse, pensando, que tampoco pasaba nada, no era tan importante, solo era un estúpido peluche, un oso, casi sin pelo, roto… Pero cuando intentaba volver a sumergirse en sus pensamientos, lo oyó, el rugido de un motor, un crujido en el pequeño cuerpecito, un coche pasaba sobre él, y como si fuera impulsada por resortes se levantó de un salto, que insensatez, ¿Cómo podían? Pensó que si ella fuera un peluche así, que en otro tiempo hubiera sido hermoso, como ella lo fue en su infancia, al menos se merecía descansar tranquilo, no podía dejar que lo lastimaran más. Y con toda las fuerzas que le quedaban y que fue capaz de conseguir, pasito a paso, salió a la carretera en busca del pequeño peluche, nada importaba, ni los coches que pasaban esquivándola y que le pitaban para que se apartara, nada importaba, ahora tenía un objetivo en su triste vida, ayudar a aquel peluche a descansar en paz.

El amigo que nunca tuve 1

Un día, camino del médico, cansada de andar, se sentó en un banco a esperar que su madre acercara el coche hasta ella, para volver a casa. Allí sentada, cerró los ojos, estaba harta de que el mundo la mirara con lástima, el pelo se le caía, tenía ojeras pronunciadas y moradas bajo sus ojos y su piel, era tan pálida, que parecía que podrían verse sus venas y músculos bajo ella. Estaba cansada, agotada del esfuerzo no solo físico, si no también mental. Harta de esperar que la vida le diera un descanso. Y entonces la oyó, a una niña malcriada, hipócrita, enfadada, caprichosa… Y la miró con sus ojos marrones, deseando que se diera cuenta la manera en la que desperdiciaba la vida. La niña, tiró algo por la ventana del coche de lujo que la  trasportaba, la niñera se asomó por la ventana, sus ojos llenos de pena, porque la niña tirara algo tan valioso, algo que, seguramente no costaría muchas monedas en el mercado, pero que tenía muchos recuerdos. El coche se fue, y allí se quedó él, sen