Isemay- Parte 38.9 EXILIADO
Había sido duro que el rey accediera a su petición, ella no esperaba que el primo de su esposo pusiera tantas objeciones a la entrega de sus tierras para que dos de sus mejores hombres se salvaran. Solo ante la intervención de Reynald, asegurándoles que ella y su hijo tendrían el futuro asegurado, fue cuando el rey accedió. Y desde entonces ella había ido a vivir con él a su propiedad. Al principio pensó que se sentiría como una intrusa, pero Reynald la convenció de que no era así, la hizo señora y dueña de esa casa tanto como de Halk y Sabell, paseaba con ella, cenaba con ella, la hacía sonreír, e incluso la acompañaba durante las fiebres de Olaft, pero eso no era todo, sino que había sido su hombro donde llorar cada noche, y para Olaft, él era su padre.