Isemay- Parte 1.2 VIVO
Aun recordaba cuando su padre, después de años sin hablarse, había ido en su busca para echarle en cara arruinar la reputación de su familia y serle infiel a su esposa, él, que durante todos los años que duro el matrimonio con sus anteriores esposas, había jurado y perjurado que ninguna de ellas servía más que para darle herederos.
- Halcón te llaman- le había dicho nada más encontrarle en una taberna mugrienta rodeado de algunos de sus hombres.
- ¿No es ese mi nombre, padre?- le había contestado él, fríamente, sin soltar la jarra rellena de un líquido amarillento, al que llamaban cerveza.
- No, claro que no es ese tu nombre, al menos no el que te puse al nacer, estás renunciando a tu estirpe, tu herencia y tu linaje- le habló del mismo modo frío y distante- cualquier padre te echaría de sus tierras y desheredaría.
- Ya me fuí de tus tierras hace muchos años- miró a su compañero de mesa- y espero no tener que volver a ellas.
- Volverás Osmar- dijo sentándose a su lado- he venido a buscarte.
- Que agradable sorpresa- rió mirando de nuevo alrededor- ¿A qué se debe tan grato honor? ¿Necesitas mi ayuda para arruinar la vida de otra persona?
- Quiero tener un nieto, alguien que herede mis títulos cuando yo fallezca.
- ¿Pensaba que ibas a desheredarme?- contestó mientras se levantaba de su silla, daba una vuelta hasta la barra a por otra botella y se sentaba de nuevo.
- Voy a hacerlo- se sentó volviéndose hacía él- pero no desheredaré a mi nieto, puedes sembrar de leyendas tu nombre, pero mi nieto será legítimo, ella me lo dará, la traeré de vuelta a su hogar, de donde nunca debiste haberla sacado.
- Entonces busca a otro al que dar tu castillo- golpeó la mesa con el puño, y todo la taberna se volvió para mirarle- porque ella no regresará a Halk.
- Y mis tierras- le recordó su padre- heredará todo, también mi fortuna- obvió la última parte.
- Busca a otro- repitió de nuevo- jamás me dará un hijo y no voy a pedírselo.
- Lo haría si te dignaras en (...)- espetó su padre cabreado- pero prefieres poblar el mundo de bastardos a los que no podré dejar mi nombre.
- No consume mi matrimonio hace años y no lo haré ahora- golpeó de nuevo la mesa levantándose.
- Algún día la perderás y no habrá marcha atrás, entonces recordarás estas palabras.
- Busca a otro al que darle tus sermones, padre, porque mi esposa se queda donde está.
- Búscate amantes, (...) en tu camino- le advirtió mientras se ponía en pie- pero no me des nietos ilegítimos, no los reconoceré.
- Tampoco te lo he pedido.
- Solo te pido que me des un nieto, yo lo criaré y lo cuidaré, pero quiero uno que lleve mi nombre y haya sido concebido dentro de la legitimidad de un matrimonio, en definitiva, quiero un nieto de ella.
- ¿Por qué crees que ella te entregaría al niño?- se mofó.
- Porque jamás podrá amar al padre, y ese niño crearía una carga para ella, no has sido más que un intruso en su vida, pero lo tendrá si tú se lo haces, un mero trámite, concédela algo a cambio.
- Es una niña, y pretendes que de a luz otra criatura- Le miró fijamente otra vez, y por su mente pasó de nuevo la imagen de su frágil esposa.
- ¿Hace cuanto que no la ves?- le preguntó sin obtener respuesta- algún día lamentarás no haberme hecho caso.
- Jamás te recuerdo ni a ti, ni a ninguno de tus consejos- concluyó la conversación y se marchó de la taberna sin mirar atrás.
Comentarios