Isemay- Parte 6.8 VIVO

  
¿Osmar estaba allí? ¿Había ido a rescatarla? No podía creerlo, Wilde no era tan estúpido como para decirle a un esposo que su mujer estaba retenida en contra de su voluntad, Osmar no la quería, pero si todo esto se supiera arruinaría su reputación. ¿Acaso su esposo había pedido que la secuestraran? Si era así, pediría a Uwuain que la vengara y esta vez le daba igual que Osmar muriera, prefería ser viuda a estar casada con ese indeseable, mejor aun, podía acudir incluso al rey a pedirle la anulación. Pero si Osmar había ido en su rescate, entonces suplicaría a su esposo que la vengara.
-                            Basta ya de farsas- se dijo a sí misma- pase lo que pase pediré esa anulación.
Estar casada con Osmar no la había traído más que complicaciones, la habían sacado de su hogar, su hermano se había olvidado de ella, sus padres habían muerto, sus primos se habían distanciado de la familia, había tenido que renunciar a su dote, fue utilizada por algunos caballeros y maltratada por las damas que habían mantenido relación con su esposo, cuando la veían pasar y la miraban como si ella fuera el precioso trofeo o la muñequita que les había quitado su amor, cuando Isemay bien sabía que Osmar era incapaz de amar a nadie que no fuera a sí mismo, a sus lujos y a su placer.
-                            Oh, querida- la había dicho una dama en la corte- lamento de todo corazón que su esposo no haya podido venir a acompañarla, entendí que estaba en la ciudad.
-                            Los asuntos de mi esposo no son asunto mío, Lady Frowell- se defendió- sabe que a las mujeres no nos gusta ni deberíamos meternos en ese tipo de negocios.
-                            Pero sois una pareja joven, deberíais ir a las fiestas.
-                            He venido a ella en representación de ambos, mi esposo está ocupado, tiene muchos negocios que atender.
-                            Y mujeres, querida mía, no se haga la ingenua.
-                            No comprendo, lady Frowell, ¿Insinúa que mi esposo está en estos momentos con otra mujer?
-                            Oh, querida, por todos es conocido lo que hace su esposo, como la trata, no debería consentirlo.
-                            ¿Acaso una mujer puede negar algo al halcón negro?- Se le revolvía el estómago de escucharla.
-                            No, claro que no, las mujeres, ya sabes, hay pocos hombres que permanezcan fieles a un solo lecho.
-                            Jamás ha sido de mi incumbencia lo que hace mi esposo fuera del hogar, comprenderá Lady Frowell, que vivo fuera de Halk- Eso al menos era verdad- Osmar está muy ocupado, nos mantenemos en continuo contacto- mintió.
-                            Pero así no se traen herederos al mundo, querida, ¿Hace cuánto que no le ves?
-                            Osmar y yo planeamos al casarnos que debía convertirme en una dama educada y respetable, él quiere que disfrute de la vida en la corte, los bailes, las invitaciones, para que después, cuando ambos lo consideremos adecuado y él este menos atareado, podamos dedicarnos a cuidar de los hijos, pero hace poco que salí de la escuela para señoritas.
-                            Hace dos años, mi lady.
-                            Oh querida- puso ese tono falso que la había escuchado antes a ella- ¿Qué son dos años para una dama de mi edad? He pasado estos dos años cuidando de una anciana, hace poco que falleció y que me trasladé a la residencia Wilde, aún tengo mucho que disfrutar.
Así que, por si fuera poco, también la miraban con lástima y ahora había sido secuestrada de su propio lecho. Pediría la anulación, de eso estaba segura.

Comentarios

EldanYdalmaden ha dicho que…
Los señoritos eran y son así, la esposa para lucirla en las fotos y las amantes con master card para lo demás.

A por el 7 Oeeeeeeee
Y sigo enganchao profe.
Tamara ha dicho que…
Que triste pensar que eso era cierto, era lo normal que el esposo tuviera una amante, y como encima, eran matrimonios concertados, ellas deseaban que se fuera con la amante tantas veces como quisiera, con tal de que las dejara en paz.
Incluso las esclavas tenían hijos para sus señores, con tal de que la mujer no pariera tantas veces, y era reconocido y aceptado por la propia esposa.
Muy triste, pero, tal vez haya dado a Isemay un poco más de mí de lo que parece, y no vaya a consentir eso, aunque lo lleve consintiendo años. ¿Que ocurrirá?

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