Isemay- Parte 23.1 VIVO
Isemay iba de un lado para otro de su alcoba, cuando Osmar llamó a la puerta, Uwuain estaba sentado en el umbral, su hermana no le había querido recibir, y el joven estaba preocupado, sabía que ella estaría molesta, y no quería ver a su hermana sufrir.
- Uwuain, haz el favor de irte de una vez, voy a echarme un rato- le grito desde el otro lado de la puerta.
- Soy yo- la contestó Osmar- ya le he dicho que se marche.
- Gracias, me dolía la cabeza ante tanto golpe en la puerta, ahora voy a acostarme, hasta mañana.
- A la que he dicho que se vaya es a Catrina.
- Vaya, podía haberse quedado, así te entretienes- Dijo mientras sacaba ropa de un cajón, donde encontró camisones que ya ni siquiera la valían.
¿Por qué su esposo había guardado todo eso? Era la ropa de cuando ella se trasladó, y su armario estaba repletó de trajes suyos, recordaba haberse llevado un puñado de ellos cuando se marchó, también de que otros tantos se quedaron repartidos entre Halk y Sabell, pero ahora todos los trajes que tenía en Sabell se encontraban allí, como si su esposo hubiera mandado recoger todas sus cosas.
En el tocador, se encontraba su peine de plata y su espejo grabados, que le habían regalado sus padres. Y sobre el cabecero de la cama, había un retrato suyo, otra cosa de las que habían traído de su hogar. En la mesilla de noche, había un retrato de sus padres, los dos juntos sonrientes.
- Te veo en la cena- oyó despedirse a su hermano al otro lado de la puerta.
- Hasta la noche hermanito.
- Isemay- volvió a llamar su esposo, pero no tenía ganas de contestarle- voy a entrar- oyó instantes después decir a su marido y la puerta se abrió.
Ella no se volvió para mirarle, estaba demasiado entretenida observando en uno de los baúles, todas las costuras que durante años realizó en la escuela.
- Tu cuidadora me los mandaba, creía que querrías tenerlos cuando regresaras a casa, y ordené guardarlos, tal vez ahora te sirvan para decorar un poco todo esto- dijo refiriéndose al castillo- la decoración no es espectacular, pero estoy seguro de que podrás hacer de este castillo, nuestro hogar.
- Lo intentaré.
- Puedo pedir a las criadas que cuelguen los tapices.
- Los realice para Sabell- murmuró ella mientras con su mano no dejaba de tocar una de las costuras que más le había gustado en la vida- ¿Alguna vez las abriste?- le preguntó a sabiendas de cual iba a ser la respuesta.
- Estuve demasiado ocu…
- No contestes, será mejor para ti- le dijo a la vez que tomaba el tapiz entre las manos y lo extendía sobre la cama.
En ese momento, una preciosa manta llena de colorido se extendió ante él, los jardines de Sabell en toda su extensión y lo más reales posibles, pasaban ante su vista con sus vistosas flores. Era tan real, que parecía que podías sumergirte en sus fragancias, tocar sus pétalos, incluso bañarte por el sol que estaba dibujado en el horizonte. Al fondo, se encontraba el palacio, desde sus puertas, sus padres parecían decirla adiós, y a lo lejos, en las montañas, cerca del bosque, podía observarse a un jinete, que sin volver la vista atrás desaparecía entre la espesura.
Comentarios
Otra artista, no le falta de na.
Buen día profe y suerte con las notas.
Un besazo Mirella.
Vaya que como dice Dani tambien es artista la chica, cualquier dia la vemos por algun blog vendiendo sus bordados, jajajaj
Bueno a ver si mañana tenemos las notas de una vez, jeej me imagino tus nervios.
venga un besote
Ya ves, tan ocupado el hombre, que tenía mucho que hacer sería... Grrrr, le gruño porque no se puede recuperar lo que perdiste durante años en un minuto, y este Osmar a veces pierde la paciencia, pero vamos, que Isemay tiene que hacerse la dura.
Un besazo.