Isemay 39.4



Osmar no podía creer lo que veían sus ojos, su pequeño acomodándose en el brazo de Reynald con esa familiaridad propia de un padre que cobijaba a su hijo bajo su protección, e Isemay, su mano sujetaba fuertemente la de su primo, y le sonreía al entrar en palacio.
A penas se la veía con la oscuridad de la noche, pero sintió como ella levantaba la mirada hacia el cielo, como una súplica de que la sacaran corriendo de ese lugar, de hecho, eso parecía cuando miro atrás viendo alejarse el carruaje. Su vestido claro, parecía acompasar sus movimientos cuando comenzó a andar para subir las escaleras junto a su primo. Las hijas del rey ya entraban corriendo por la puerta.
-                            Están juntos- dijo por fin dándose la vuelta para servirse una bebida lo suficientemente fuerte como para que le hiciera olvidar.
-                            Es mi primo- le recordó Uwuain- Reynald e Isemay han estado siempre muy unidos, desde pequeños, él siempre ha sido su sombra, su protector.
-                            Siempre la ha amado, por eso la perseguía como un cordero degollado, por eso nuestra amistad terminó.
-                            Terminó porque la alejaste de nosotros- le recordó.
-                            Mi hijo se sentía protegido por él- cambio de tema- Ni siquiera se ha despertado cuando le ha sacado del carruaje, no ha notado el frío de la noche, ni ha distinguido entre los brazos de su madre.
-                            Reynald, habrá tenido a tu hijo de ese mismo modo muchas veces durante estos dos años.
-                            Pues no es justo- grito por fín enfurecido- ella dio nuestro castillo para salvarme, yo podía haber estado a su lado, pero es demasiado rencorosa para dejar que yo disfrute de mi hijo.
-                            Nosotros nos equivocamos, no ella.

Comentarios

EldanYdalmaden ha dicho que…
Uhmm, no se vieron....
Es normal que Osmar tenga celos, cada día le caerá peor Reynald, sí sí sí.

No sé yo pero... acabarán enfrentándose supongo.

Saludos.
Arte de enseñar ha dicho que…
Osmar debería confiar un poquito, en que a la mujer de otro no se la solía tocar, digo solía, porque en el amor y en la guerra todo vale, o eso dicen.

Un besazo Dany.

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