Isemay 39.6
El rey entró a los aposentos como siempre sin llamar, era una costumbre
que se adquiría entre la nobleza, ya que el rey podía estar en cualquier lugar
que quisiera, y más si esa era su casa. Avanzó por la alfombra hasta llegar a
ellos mientras la puerta era sujetada por dos de sus guardias.
-
¿Les has visto?- Habló primero mirando a su primo para
luego desplazar la mirada hacia Uwuain- Supongo que sí, ya que estáis muy cerca
de la ventana- sonrió.
-
Cuando voy a conocer al niño- Quiso saber Osmar adelantándose
para hablar con él.
-
Está durmiendo- le explicó- el viaje ha sido muy duro,
mis hijas tampoco cenarán con nosotros.
-
No le despertaré- Fue una despedida mientras se
acercaba a la puerta para salir.
-
No creo que su madre te deje pasar a su alcoba- instó
el rey antes de que Osmar saliera por la puerta- Isemay también estaba cansada.
-
¿Duerme con ella?- se volvió para preguntar esta vez
sorprendido- Eso no es costumbre entre nosotros.
-
¿Creías que iba a ser diferente? No es como cualquier
mujer, mi prima- Sonrió al recordarle a Osmar que como su esposo y primo, ella
también era su pariente- Nadie que fuera la esposa del halcón negro lo sería.
Protege a ese niño con su vida, mientras mi esposa ha dejado que las nanas se
ocuparán de las niñas, ella no le ha perdido de vista ni un momento, suponíamos
que no lo haría una vez llegara al castillo.
-
Las primerizas siempre son así- comentó Uwuain como si
fuera un experto en el tema- aunque bueno, no es que me haya topado con muchas,
durante mi vida.
-
Mi esposa no lo ha sido ni con el primero, como maridos
no podemos dejar que nos desatiendan y eso es algo que ellas tienen claro, pero
dado que Isemay no ha tenido al suyo cerca, ha volcado su amor en Olaft, esta
grande y saludable, ha crecido fuerte.
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