Una nueva vida- Capítulo 29.3
Para cuando todos
los invitados habían felicitado a los novios se dirigieron de nuevo al convite,
y ya muy caída la noche, comenzó el baile, las invitadas rodearon a Simón y
Radians se sorprendió de que Irene no se enfadara.
—
¿No te molesta que miren a tu marido de esa
manera?- preguntó Radians
—
Oh, si me molestara cada vez que una mujer se le
acerca, tendría todo el día mala cara. Mi esposo es un hombre apuesto, entiendo
que todas se acerquen a él, pero no me enfada porque a la hora de irse a la
cama, solo se acuesta conmigo- Radians rió y se ruborizó
—
Es una buena razón
José la
observaba, no habían dirigido palabra desde que salieron del cuarto, pero a él
le gustaba verla sonreír. Alfonso se acercó a Radians y la invitó a bailar,
antes pidió el consentimiento de su hermano que se lo dió. Alfonso la llevó al
centro de la pisa y la tomó entre sus brazos, dieron vueltas y vueltas, hasta
que Radians se sintió mareada. Después de ese baile vino otro y otro y Radians
pasó de brazo en brazo riendo, por un momento en una de las vueltas creyó caer
en brazos del padre de Lidia pero desecho la idea.
José se acercó a
ella por la espalda cuando hablaba con un hombre y la abrazo, Alfonso y Dolinda
se dirigían a su habitación.
—
Cielo- beso a Radians en la mejilla- desearía
bailar contigo este baile
—
No es necesario, olvidemos lo de esta tarde
—
¿Por qué? Lo de esta tarde y el baile es parte
de mi cortejo, quiero estar contigo.
—
Pero...
—
Vayamos al cuarto y charlemos si lo prefieres
así
—
No, charlemos aquí- pero un ruido les
interrumpió - ¿qué es ese ruido?
—
Son las alarmas de la helada de la uva
—
Padre- corrió José acercándose mientras tiraba a
Radians de la mano para que le siguiera
—
Las alarmas- grito Mateo- todo el mundo a la uva
Los aldeanos
corrieron a la uva, se encendieron fuegos a lo largo de las viñas y todo el
mundo con unas especies de alas, comenzaron a dar calor a las uvas que se
helaban.
Aunque Radians
llevaba allí mucho tiempo nunca había visto aquello, José se colocó detrás de
ella para enseñarla y comenzó a subir y bajar las alas de plástico para que el
calor llegara a las uvas, todos los aldeanos hacían lo mismo así que Radians
aprendió pronto aunque su vestido se la rasgaba con las plantas, José no la
perdió de vista, después de varias horas, las uvas ya no se helaban y todo el
mundo se marchó a su cuarto, incluso José acompañó a Radians al suyo.
Esta escena puede que os recuerde a la película "Un paseo por las nubes", me encanta y me parece muy sensual esa escena, pero después de releerlo para ponerlo aquí me parece repetitiva, la escena no se ve igual por supuesto, pero si que me inspiré en la película, y lo cambiaré para la publicación del libro.
Comentarios
Hola Tamara, tanto tiempo :) Me alegra volver a leerte. Sabes, yo no he visto "Un paseo por las nubes", pero me gusto mucho tu texto :)
Bendiciones :)
Besos
Besos
Besos