¿Qué hacen? Mirarte.
Me palpita el corazón a mil por hora solo de pensar, puede que parezca ilógico, incluso irracional, sé que mejor que nadie que tengo que enfrentarme a ello, pero no puedo.
Llevo toda la noche sin dormir, pensando en lo que ocurrirá mañana, y no es el miedo al dolor, ni siquiera es el miedo a desmayarme, si lloraré o no después de que ocurra, ni tampoco el modo en que me mirarán,… Y estoy segura de que me mirarán, porque miles de personas pasan al día por ello, pero yo, no puedo. Lo sé, lo acepto, pero… Tal vez no se cambiarlo, o no se pueda, he leído mucho sobre ello, traumas de la infancia, experiencias traumáticas... Puede, es cierto, pero, ¿Eso como se cambia?
Ya estoy allí, amaneció, he de enfrentarme a ello, y espero la fila que me llevará hasta eso, estoy enfrentándome a ello, aunque mire la puerta por la que puedo salir corriendo en cualquier momento.
Correr, eso es lo único que pasa por mi cabeza, pero, ¿Cómo hacerlo? Me estoy ahogando.
Es un sentimiento horrible, saber que estoy mal, pero estaré peor aun cuando ocurra, y todos me miraran y tendrán lastima porque no comprenden porque lo hago.
Algunos incluso se reirán, no es para tanto, dirán otros. ¿Pero que saben ellos? ¿Alguna vez han sentido tanto miedo a algo que su corazón parecía que se iba a paralizar en cualquier momento, aun cuando notaban que la sangre bombeaba con más y más fuerza por sus arterias?
Y sabes lo que producirá eso, inspira, suelta el aire despacio, te dicen las enfermeras, como si pudieras siquiera en pensar en ello.
Quiero salir corriendo, ¿Por qué no responden mis piernas? Tranquilízate, me digo a mí misma, no es para tanto, pero sí lo es, y lo sé. Eso de que el dolor es menos cuando no piensas en ello es mentira, el que lo dijo lo sabía, y yo lo sé en el momento en que estoy tumbada allí sabiendo que no duele, pero sin poder controlar el temblor de mis piernas, la sequedad de mi boca, el latido de mi corazón, mis pulmones se contraen, sé que me no puedo controlarlo más... Mis ojos se nublan, veo todo negro.
Y de repente, estoy en las nubes, en un lugar lleno de paz, donde nadie te hace daño, donde eres feliz, y notas como quieren que regreses, pero ¿Por qué? Estoy bien aquí, déjame un poco más, pienso para mí.
Abres los ojos, una lámpara cegadora sobre ellos, un hombre con mascarilla y bata blanca, esta vez, si que paso algo, pienso para mí, si no, ¿Por qué tanta alarma?
Comienzo a llorar, tengo miedo, no fui capaz de controlarlo y todo fue a más. Me dejan sola, apagan la luz, y deciden que necesito tiempo para relajarme, me tapo los ojos con el brazo, deseosa de que todo sea un sueño, pero no lo es, es muy real...
Lo peor de todo, es que ya lo habías avisado, dijiste que tenías una fobia, que perdías el control, que perdías el conocimiento y tardabas mucho rato en recuperarlo, y ¿Qué hicieron?
Te miraron, como hace la mayoría de la gente cuando dices que tienes una fobia, que te hace diferente a los demás.
Esta historia puede ser la de cualquier persona que tiene una fobia. Sinceramente, espero que no te hayas sentido identificado/a.
Comentarios
Todos tenemos miedos, fovias y cosas que nos llevan a la desesperacion perdiendo el control de nuestros actos.
Muchas personas, por suerte no han experimentado esas fovias, pero no significa que no las tengan.
Yo pierdo el control cuando veo una cucaracha. Empiezo a saltar y se me pone el pelo de punta. No lo puedo controlar. Es superior a mi.
Un abrazo, guapa.
Ricard
Nunca hubiera creído lo de las cucarachas, pero es que son realmente asquerosas... Lo mío es a las agujas.
Un beso.
Un beso enorme.
Humberto.
Un beso.
un beso y siento no poder contestarte más a menudo pero esta y la pasada semana tenemos unos horarios un tanto extraños, en cuanto se normalice aqui estaremos al pie del cañon
Gracias por contar la experiencia, al menos sé que no soy la única que tiene fobia a las agujas... Besos.