¿Hasta donde consentir?

Hoy me hago una pregunta que supongo que muchos padres, educadores, cuidadores, se hacen todos los días. ¿Hasta donde consentir?
Analizando la situación me he dado cuenta de que se puede consentir hasta el punto en que ello no impida al alumno desarrollarse, hasta el punto en que no sea perjudicial para el, o incluso para los demás.
Y la cuestión es que, cuando un hijo, alumno, sobrino... Te pide cosas, aun pudiéndoselas dar todas, ¿Cuando es el momento de parar?
Pongo un ejemplo que me encuentro a diario, las famosas rabietas de los niños que cuando no tienen lo que quieren, gritan, patalean e incluso agreden al que se lo esta negando. Y es que hoy, puede querer una pelota, yo le compro la pelota, pero mañana quiere otra, y mañana no llevo dinero, o no tengo, o simplemente no quiero comprársela, y entonces se monta el berrinche. Porque si no me lo das, llegará un punto en el que lo hagas, y ese punto empieza porque cuando lloro me lo das, "pobrecito, que sofocón tiene", cuando el día que llora, estas cansado de que te chantajé con eso, decides que no le das lo que quiere, y ese día ya no llora, ahora une a lo anterior el patalear, y así sucesivamente, si con lo anterior no lo consigo ahora pego, porque saben que llegará un punto en el que les den lo que quieren.
En la universidad, un magnífico profesor, nos pidió que leyeramos el libro de "El pequeño dictador", son casos, donde los niños, tan sumamente consentidos, consiguen mangonear a sus padres como quieren, hasta tal punto que llegan a agredir a los compañeros, a los profesores, a los propios padres o hermanos. Hay incluso algunos padres que se dan cuenta de que no pueden hacerse con ellos, aunque el pequeño solo tenga 4 o 5 años.
Hay veces, y empezando por mí la primera, que no nos damos cuenta de que consentir, solo le perjudica a él, sin ir más lejos, ayer cometí el error, de acompañar a una de mis pequeñas hasta la puerta de la calle, no quería irse con papá porque quería quedarse en el cole, y yo, pensando que sería un episodio puntual, la acompañé hasta la puerta.
Hoy, no estaba yo a la hora de la salida, y hasta que no he subido de la clase, no ha querido marcharse, cuando me ha visto, me ha dado la mano y tenía que acompañarla a la puerta si quería que se marchara, si no se quedaba conmigo.
Puede parecer una tontería, pero, si la acostumbro a ello, tendré que acompañarla todos los días a la puerta, y no es nada nocivo para ella, ni tampoco para mí, por ahora, pero si analizamos un poco, ¿Qué ocurrirá si yo no estoy? ¿O si ese día aun quedan alumnos en el cole con los que tengo que quedarme?
Ese es el motivo de mi post de hoy, ¿Hasta que punto hay que consentir? Espero que podáis contestarme la pregunta.



Comentarios

San ha dicho que…
Tamara tema espinoso, hay muchos papas consentidores por diversos motivos, es más facil dar y ser "buenos" que negar y educar, entonces ya la cosa se complica. Creo que hay que enseñarles desde pequeños que todo lo que se desea no puede tenerse y aquello que obtienen han de ganarselo y valorarlo. Asi lo veo yo.
Besitos.
Tamara ha dicho que…
Yo creo que consentir no es sinónimo de ser buenos... Hay veces que consentir les perjudica, y se puede hacer, yo no digo que no, porque son niños, pero, el problema es, ¿Hasta que punto se puede consentir? ¿Tal vez hasta que te exija más de lo que puedes darle? Y llegados hasta ese punto, ¿Hay marcha atrás? Como bien has dicho, es un tema espinoso jejeje.
Berek_ ha dicho que…
Consentir?? o refuerzos positivos?? Si las cosas que "consientes" son debido a refuerzos positivos creo que son algo positivos para el niño, ya que sabrá que si quiere esto o aquello deberá ganárselo él y no lo obtendrá por portarse mal.

Pero sí, por desgracia, es mucho más fácil para los padres de hoy en día ir detrás del niño y que antes incluso de abrir la boca para llorar, ya le esten dando esto o aquello, y así nos va, que ahora si en clase castigas a un alumno viene el padre y si tienes mala suerte igual te arrea a ti, en lugar de castigar a su hijo por un mal comportamiento.

No nos engañemos, el consentimiento no solo está, en dar regalos o caprichos, sino en esculpar determinadas acciones que deberian ser reprendidas de una u otra forma.

Vamos... que la sociedad se va a la mierda XDD
Tamara ha dicho que…
Cierto Berek, cada uno le da al texto el sentido que cree que tiene... A lo mejor porque soy de otra época y no era así, ya que si yo llegaba a casa y le decía a mi madre que me habían castigado en el cole, tanía doble castigo, en el cole y en casa, aunque es cierto que es importante saber porque se ha castigado, para poder enmendarlo desde casa. Puedo dar gracias que aun no me encontré ningun padre que quisiera agredirme, y espero no encontrarlo, porque confio en que son casos aislados.
Pienso que todos formamos parte del mismo equipo y lo hacemos por el bien del niño, no nuestro.
Pero en cuanto a tu sugerencia de refuerzos positivos, ¿Hasta que punto, por ejemplo, es bueno regalar a un niño algo por sacar buenas notas? Ya que si queremos enseñarle que es su obligación, no tenemos porque recompensar esa conducta, ¿O sí? ¿Vas a regalarle cosas durante toda su vida por sacar buenas notas? No es mejor, dejar que ese día él elija que hacer, dale un soplo de respiro y dejarle disfrutar el verano sin estar todo el día con deberes... ¿Tal y como hacemos en nuestro trabajo cuando tenemos vacaciones? Pregunto, ¿Qué es mejor?
Tema espinoso sin duda.
Besos.
Sucede ha dicho que…
Tamara, somos animales de costumbres... Solo hay que encauzar para que no se convierta en costumbre un hecho puntual, y así debe verlo la niña. La palabra consentir, ya implica negatividad, no es una palabra adecuada para nadie, ni para el que consiente ni para el consentido.
Por cierto, el pequeño dictador es un gran libro.
Y eso, que no consientas, en todo caso cede de vez en cuando a algún que otro chantaje emocional pero sin normalizarlo...
Abrazos!!!
ManuGarciaEU ha dicho que…
Perdona mi ausencia últimamente, amiga, pero estoy, quizá, como siempre, es más puntos de los que pudiera. Y hago más de lo que debiera, aún así la vida sigue jugando con nosotros... bueno, que me pierdo.

Creo que no se debe consentir absolutamente nada. Al menos, así me lo enseñaron y así procuro llevarlo yo en esta vida. Y si no se puede evitar, al menos convierte ese consentimiento en premio, que tenga lo que quiere, pero que le cueste... De todas formas, no siempre se puede dar todo. A veces no hay nada.

Interesante reflexión. Besos.
Tamara ha dicho que…
Sucede, intento no consentir nunca, mi trabajo consiste en educar, y consintiendo no se educa, al menos así lo creo yo. Lo de la niña solo era un ejemplo, algo puntual que creí que sería puntual y para ella se convirtió en rutina, pero hoy, la he explicado que se tenía que ir con papá a casa sin que yo la acompañara hasta la puerta, y como llevaba un regalito que ha hecho en el cole para sus papis, pues se ha ido contenta.
Yo me pregunto, sobre tu último parrafo del comentario, que yo no considero normalizar el ceder una vez, pero al parecer mi peque si que lo consideró. Por eso la pregunta, ¿Hasta que punto? Tal vez no se deba pasar ni una, por lo que considero sobreexigencia, o tal vez de vez en cuando, por lo que generarás un cacao total en la cabeza de los peques, que no saben si hoy te pillaran de buenas o no, o ceder siempre, que provoca, el consentir.
No sé, es un lio... Hasta yo misma tengo un cacao ante esto.

Un beso.
Tamara ha dicho que…
Manolo, perdonado estás, como bien dijiste, no tenemos ninguna obligación de escribir, pero espero que el no hacerlo no fuera porque estuvieras mal ni nada de eso. Te digo que a veces es inevitable, querer hacer todo y estar en todos sitios y en ninguno, solo debes pensar que tienes mucha vida por delante, si no lo haces hoy, lo harás mañana, aunque sé que ese mañana a veces ya es tarde para lo que teníamos que hacer. De todas formas sin estrés. Y me encanta tenerte de vuelta y que me hayas escrito.

En cuanto al tema del post, tienes razón en algo, siempre intento que lo que les doy, sea un premio por algo merecido, no por una rabieta, si quieres que ponga música, primero tienes que trabajar, si en vez de trabajar, decides llorar y patalear, pues no habrá música. Aunque como todo el mundo, siempre se puede tener un mal día y que no te apetezca hacer nada, y eso también lo comprendo, hay que ser flexibles.
Y vuelves a tener razón en lo de que no siempre se puede dar todo y que a veces no hay nada, por desgracia es cierto, pensándolo de ese modo, ojala todos los niños fueran consentidos y pudieran tener todo lo que quisieran para ser felices. Pero creo que darles todo, sin enseñarles lo que cuesta conseguirlo, tampoco les trae la felicidad a ellos, porque no valorarán lo que tienen.

Besos.
lichazul ha dicho que…
para mí eso es tema superado, mi hijo ya es un hombre de 17 años
haber sido madre y padre al mismo tiempo, me resulto muy provechoso para expèrimentar mis ideas y el resultado es genial:)

besitos y buen semana
Tamara ha dicho que…
Elisa, tienes suerte, creo que no hay madres que puedan decir lo mismo, pero que lo reconozcas, hace que veamos lo buena madre que eres. Tu pusiste de tu parte, ahora él pone de la suya.

Un beso.

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