Isemay- Parte 10.5 VIVO


Su mano alrededor del tobillo la inmovilizó, no la permitía avanzar, y pronto tuvo que soltar el borde de la ventana, pues dos poderosos puños tiraban de ella hacia el interior, lucho con todas sus fuerzas para que sus menudos dedos no se soltaran, pero las piedras cedieron bajo sus manos, y a penas podía patalear o removerse por el estrecho hueco donde se encontraba metida. Finalmente notó como las manos soltaban sus tobillos y la tomaban de la cintura para bajarla hasta el suelo.
-                            No voy a suplicar- se informó ella misma.
Pero no la dió tiempo, en el momento que el hombre la dejaba en el suelo, unas poderosas manos la hicieron girarse para encontrarse con los ojos de Wilde, que magullado, la miraba muy enfadado.
-                            Maldita perra- la golpeó haciendo que su cuerpo menudo chocara contra la pared y cayera al suelo.
Desafiante, Isemay se obligó a levantar la vista y mirarle, el siguiente golpe fue una patada en el estómago que la cortó la respiración. La joven se aferró esa parte de su cuerpo con ambas manos mientras se retorcía por el suelo. Wilde la sujetó del pelo y le hizo levantar la vista para mirarle, antes de asestarle otro golpe en la cara y dejarla caer de nuevo.
-                            No debiste desafiarme- la grito airado mientras otra patada impactó contra sus costillas y su menuda cabeza volvía a chocar contra la pared, golpeándola- jamás debiste hacerlo- la dijo a la vez que su mano descendía otra vez.
A esa bofetada, le siguieron más patadas y puñetazos, también gritos, ella intentó protegerse en el suelo abrazándose el cuerpo con las manos y protegiéndose la cabeza con los brazos. Dejó de oír y de ver cuando las lágrimas se agolparon a sus ojos.
Creía que iba a matarla cuando la tomó del pelo y la obligó a levantar la cara, el brillo de un cuchillo apareció ante sus ojos y ella los cerró, no quería ver como la cortaba el cuello.
-                            No, por favor- rogó por fín.
Y, como ella había rogado, no paso nada, cayó con fuerza contra el suelo y se abrazo de nuevo el cuerpo deseando que los golpes hubieran cesado, y así sucedió, pero ella permaneció abrazándose a si misma, sin querer mirar a su adversario. Wilde era más fuerte, más corpulento y más vengativo de lo que ella hubiera podido imaginar, la había engañado durante mucho tiempo.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Muy triste tu relato, pero esto esta a la orden del día mi amiga, tanto en su forma como en su fondo, tanto en las alegrías, como en las penas o en las contemplaciones, desde Jaén un abrazo y feliz fin de semana.
José Antonio del Pozo ha dicho que…
Uff, tiene fuerza, garra, expresividad. Un fragmento muy sugerente.
Saludos blogueros

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