Nunca olvides...

Él la esperaba, sentado tras su ventana, tras la mesa donde tantas veces había comido con ella, pero en ese momento estaba solo.
El silencio reinaba en su hogar, y era solo su mente la que quería permanecer en este mundo, pensando en las cosas que le quedaban por vivir. Quería un motivo, una manera en la que recordar lo que fue, ¿Dónde se quedaron sus sonrisas?
Por su mente pasaban miles de maneras y formas de dolor, uno detrás de otro, como algo que ahoga, que llena de tristeza por dentro, tan dentro que destroza el alma y lastima el propio orgullo de pensar que el pozo en el que estas cayendo no tiene vuelta atrás.
Esa noche se acostó, cansado de recordarla, de esperar oír sus pasos, su voz a media noche llamándole para que la consolara, la ayudara, la amara Se acostó sabiendo que nada de eso sucedería y tomo una decisión.
Ella se había ido unos años antes de que su familia empezara a notar que él ya no deseaba vivir, sin ella, ¿Qué me queda?
Pero estaba su niña, su nieta, que sentada a los pies de su cama observaba su rostro cada vez que cerraba los párpados, la oía suspirar, sabía que estaba enfadada por la decisión que él había tomado, y sin embargo él esperaba que la comprendiera, que supiera que aunque deseaba irse siempre la amaría.
Esa niña tuvo miedo de quedarse sola, y él la miro, cada vez más delgado, su piel casi traslucida, ella imploraba en silencio sujetando su mano entre las suyas, le decía que quería llevarle a casa, que se pusiera bueno pronto, que no la dejara sola
Pero una noche, él decidió no resistirse más, esa noche, ella soñó con él, vió su angustia, la desesperación que lo hacía irse de su lado, ella intentaba retenerle entre sus sueños, intentaba permanecer dormida aun a sabiendas que sería una de sus peores pesadillas el mantenerse en ese estado, pero también entendía que si abría los ojos algo habría pasado, ya no volvería a cogerle de la mano, ni a ver sus ojos cansados, ni a implorarle que luchara y decirle que volviera a casa Ella lo sabía.
Soñó con su abuela, ella le explicó lo que ocurría.
-       El amor no puede separarse por mucho tiempo, él ha estado a tu lado todos estos años, devuélvelo al mío, deja que este conmigo.
-       Pero yo no quiero que me deje sola- gritaba ella- no te lo lleves.
-       Mi niña, te esperaremos aquí, en el lugar que no puedes imaginarte, el que no puedes soñar Aquí estaremos, te aseguro que no estarás sola, tendrás que cerrar tus ojos a veces para vernos, imaginarnos, oír nuestra voz, pero no dejaremos que nada te pase.
-       Pero abuela- Intentaba hablar la niña entre llantos.
-       Siempre fuiste valiente, hiciste y viste lo que otros no eran capaces de ver, sonreías cuando nadie a tu alrededor lo hacía, nos consolabas, cuando éramos nosotros quien teníamos que consolarte a ti, mi niña, nuestra pequeña, repito y escúchame, siempre estaremos a tu lado.
-       Pero, ¿No volveré a veros?- repitió la pequeña.
-       ¿Y quién dice que tengas que vernos para sentirnos? No puedo hablar mucho más, no me gusta verte así, deja de llorar, haz lo que él te ha dicho, ponte una camiseta roja el día de su funeral, no debes estar triste, muchos van a llorar, pero él estará conmigo, estará a salvo, yo voy a cuidarle, y juntos veremos que nada malo va a pasarte, aprenderás a vivir sin nosotros, te harás fuerte, crecerás, tendrás hijos y verás nacer a tus nietos. Solo espero, y sé que será así, que uno de ellos te quiera de la misma manera que tú nos quisiste a nosotros, porque no hay amor más grande para un abuelo, que ver a su nieta postrada a su lado, sabiendo que él ya tomó la decisión de morir, pero él quiere irse en paz, quiere hacerlo, y no podrá si no le dejas irse de ti.
-       No sé si voy a poder.
-       Cierra los ojos mi niña, ciérralo fuerte, ¿Nos ves? Estamos contigo, pon la mano en tu corazón, vas a oírnos Pero nada desaparecerá de ti, tu amor por nosotros es grande, el nuestro por ti mucho más. Cuídate mi niña, se feliz, no llores más.
De repente su sueño se desvaneció, y ella abrió los ojos cansada, exhausta sin parar de llorar ante tales palabras, su abuela la había dicho que estarían a su lado, ¿Por qué no dejarle ir si él lo deseaba? ¿Tan egoísta iba a ser ella de mantenerlo a su lado cuando él ya no quería permanecer aquí?
Sonó el teléfono, ella había comprendido que la vida no puedes retenerla y tampoco puedes retener odio o amargura porque esa vida se vaya. Su madre había contestado la llamada, la oía hablar desde la habitación contigua, sabía que estaba pasando porque oyó la voz de su abuelo en su cabeza que la decía.
-       NUNCA OLVIDES QUE TE QUIERO.
Y aun ahora en los momentos de soledad, cuando la nostalgia llama a su puerta, esa pequeña, cierra los ojos muy fuertes, se pone la mano en el corazón y les escucha decirla que no llore por ellos, que son felices y la esperan. A veces, en los momentos de amargura, cuando algo la hace daño, siente sus palmadas en la espalda, la sensación de su abrazo, la ternura con la que la tocaban la mejilla haciendo que sus lágrimas desaparezcan y todo se desvanece, el dolor no lo es tanto, no hay lágrimas, y la vida sigue, tal como su abuela le explicó, tal como su abuelo le hizo saber, están a su lado, y nunca olvidará que la quieren.


Comentarios

Ricard ha dicho que…
Hola Tamara.
Un relato muy interesante lleno de sentimientos.
Lo mas importante es que el amor este por encim del resto de sentimientos.
Sin el...¿Que nos queda?.

¿Ha currido algo en tu blog?
Estos dias no hemos conseguido entrar.
Llegamos a ceer que habias cerrado el blog y nos habias dejado.

Me algra saber que no es asi.
Un abrazo, corazon.
Ricard
Tamara ha dicho que…
Ricard me alegro de que te haya gustado... Si hubo un problema técnico, me cerraron el blog, porque supuestamente yo lo había eliminado, pero escribí a blogger y todo debió ser un error porque lo pusieron en funcionamiento unas horas después, aunque a mí nadie me ha dicho nada al respecto.
No se cuantos días ha estado sin funcionar porque llevaba varios días sin meterme a escribir ni leer, por eso me enteré ayer. Sólo espero que no vuelva a ocurrir, porque me dí un susto que no veas...
Si cierro el blog algún día avisaré, hay con personas con las que no me gustaría perder el contacto, y bueno, aun así seguiré leyendo los vuestros.

Un beso y gracias por tus palabras, me alegro de que te hayan gustado.

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