La vida son dos días


Hoy estaba realizando y rebuscando el material que utilizaré en las oposiciones, y me he puesto a leer un cuento que me llamaba la atención, se títulaba "En Forma". Hablaba de que un hipopótamo sale a correr, y una liebre y una mona que había allí durmiendo, le oyen y se levantan a para preguntarle porque lo hace, empiezan a ponerle impedimentos por todo, un hipopótamo nunca será un buen corredor, es grande, gordo, tiene las piernas pequeñas, etc. Pero el hipopótamo las dice todo el rato, "ya lo sé", "ya lo sé" y sigue corriendo, después de un rato donde la liebre y la mona han intentado por todos los medios demostrar al hipopótomo que le convendría más dejar de correr, le preguntan, y si sabes todo eso, ¿Por qué no dejas de hacerlo? Y él hipopótamo responde, "Porque es lo que más me gusta del mundo".

Puede parecer una tontería a simple vista, pero cuantas veces en la vida nos negamos el hacer las cosas que nos gustan, comer las cosas que nos gustan, vivir de la manera que nos gusta, sólo por el echo de que no nos conviene, o tal vez, no estamos preparados para ello, por nuestro físico, nuestra forma de ser... Pero aún así nos gusta mucho.

Pongo el ejemplo del dulce, a mi me encanta comer dulce, y siempre intento controlarme, no quiero engordar demasiado, y siempre pienso lo mismo. 

Pero hace unos años, cuando estaba en la universidad y me dió un fuerte dolor en el estómago, y pensé que era la péndice, me arrepentí de todas las veces que había comido mal, me arrepentí de no cuidarme lo suficiente... Me arrepentí de tantas cosas.

Llegué al hospital, me dijeron que no era la péndice, si no que el intestino se me inflamaba de gases y estos inflamaban a su vez la péndice, porque lo que debía cuidarme, si comía grasa me dolía, si tomaba gases me dolía, todo era así... Y tuve dos opciones, o que me doliera o cambiar mi dieta, decidí cambiarla y tomar cosas sin gas y sin grasa.

Ese día me planteé además, la de veces que me digo a mi misma, no voy a hacer esto, por mucho que me guste, no voy a leer, tengo que estudiar más, no voy a salir de paseo, no me da tiempo a preparar las oposiciones, no voy a jugar al ordenador, puedo aprovechar el tiempo en otras cosas... Y la vida va pasando, y sigo sin hacer las cosas que me gustan, sólo porque no me convienen.

Al fín y al cabo alguien dijo que la vida son dos días, y yo siento que ya he perdido uno, sin hacer lo que me gusta. Creo que hay que plantearse que hacer con el día que me queda, para que si se me termina, y tengo que cerrar los ojos, pueda decir, al menos aproveché uno de los dos.



Comentarios

ManuGarciaEU ha dicho que…
Hola!!

Bueno, yo pienso que todo es según se mire. Como dicen en Gladiator, algunas veces hacemos lo que deseamos, y el resto del tiempo, hacemos lo que debemos. La vida es así y no la hemos inventado nosotros. Tienes razón, son dos días, y con el paso de los años, yo, al menos, me voy dando cuenta de que, efectivamente, no dejas de tener razón, tengo muchas cosas aún por hacer, pero... qué le vamos a hacer. Demasiado tenemos con sobrevivir.

Ánimo y besos!!
Tamara ha dicho que…
Manolo yo no estoy de acuerdo sobre que no somos nosotros lo que la inventamos, al fin y al cabo, tenemos libertad para vivirla del modo que deseamos, siempre con limitaciones claro, pero libertad al fin y al cabo, yo elegí mi trabajo y fue este y no otro porque me gusta lo que hago, pero no elegí donde vivir, y a veces en ciertos aspectos tampoco decido como hacerlo, me dan la libertad para comerme una tarta y pienso que no debo porque engordo, me dan la libertad para tener amigos, pero me enfado con uno y siento que no debo pasarme a la hora de decírle las cosas porque simplemente no soy como él... Cosas así, tal vez, debo hacer más lo que me gusta o quiero, que lo que debo.
Tal vez no quiera solo sobrevivir... Pero es que ni siquiera sé eso a veces, porque lo que quiero, se riñe con mi conciencia.

Un beso.
Anónimo ha dicho que…
El asunto es algo complicado, a ver si me sé explicar. Si hiciéramos todo lo que nos gusta, nos quedaríamos satisfechos de momento, pero pronto también nuestras acciones nos acarrearían problemas que no nos gustarían nada, ejemplos; todos los días me inflaría de pasteles, consecuencias, obesidad (es molesto estar con 160 Kg encima y poco saludable, la diabetes llegaría enseguida); daría un beso a esa persona que pasa por allí y le diría que es el hombre/mujer de mi vida, muy bien, lo haces y detrás aparece su pareja, o la persona en sí te rechaza sin más, la consecuencia de tu acción terminaría no gustándote, e incluso te arrepentirías de ella al momento. Podría seguir, pero creo que se me ha captado la idea.

Podemos hacer todo aquello que nos guste para ser feliz siempre y cuando la acción no provoque consecuencias negativas en nosotros mismos (que las provoque en los demás va a juicio de nuestra conciencia) que terminen eliminando la felicidad que supuestamente nos iba a provocar.

Por otro lado hay cosas que tenemos que hacer sin que nos guste porque debemos, pero si debemos hacerlas es porque dichas acciones nos provocan un beneficio o se lo producen a los demás, entonces por qué no cambiamos la oración por pasiva y en vez de despotricar por dejar de hacer lo que queremos, no amamos lo que hacemos ya que nos va a beneficiar aunque la satisfacción llegue a más largo plazo ¿Por qué odiar las horas de estudio, por no poder salir con los amigos, y no amar en su lugar el conocimiento que adquirimos con ello y el provecho, material o inmaterial, o los dos, que vamos a disfrutar después con el conocimiento adquirido?

No debemos confundir felicidad con alegría. La alegría es instantánea y como humo se va, la felicidad tiene mayor recorrido, cuesta más conseguirla, pero no se va al primer contratiempo; se puede ser feliz hasta en los momentos más duros de nuestra vida; pero esa sensación nos la tenemos que trabajar, no viene dada con un comportamiento epicúreo.
Tamara ha dicho que…
Juan Ignacio, te doy toda la razón, siempre y cuando se tenga el día positivo, pero cuando has tenido un día, una semana, un mes, un año horrible, no te apetece amar lo que haces si no te gusta. Pero que no me guste lo que hago, no significa que no lo haga si tengo que hacerlo, son dos cosas distintas.
En cuanto a tus ejemplos, normalmente cuando digo lo que pienso es cuando menos me arrepiento.
Y soy de las que piensan que cuando haces las cosas que te gustan, eres feliz con lo que haces, no solo alegre, pienso además, que pocas veces en mi vida he utilizado la palabra alegría momentanea, pero si felicidad, prueba de ello tal vez, de que hago más cosas que me gustan de las que me imagino... No sé, tal vez solo este teniendo unas semanas un poco malas.

Un beso.

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