Isemay- Parte 35.2 MUERTO

            

Y de esas palabras hacía ya mucho tiempo, desde entonces algunos de sus hombres habían sido apresados, al perder a su líder regresaron a su hogar y habían sido capturados, ahora se encontraban junto a él, e Uwuain también, su cuñado estaba a dos celdas de la suya, muriendo con la misma incertidumbre que le asolaba a él, no habían tenido noticia alguna de que Isemay hubiera regresado a casa.  Rogaban porque al menos hubiera llegado sana y salva a alguna aldea.

-                            Ella estará bien- le despertó de sus pensamientos uno de sus compañeros.

-                            ¿Cómo sabes que pienso en ella?- preguntó volviéndose hacia él.

-                            Es lo único que haces desde que nos trajeron aquí, estamos a pocos días del juicio, deberías pensar un modo de defenderte.

-                            No hay defensa posible.

-                            Ella estará bien- volvió a repetir el hombre.

-                            Ya me habrían llegado noticias si fuera así.

-                            Y si estuviera muerta también, ¿Crees que nadie habría encontrado su cadáver?

-                            ¿Y mi hijo? Ella habrá hecho lo posible por salvarle la vida, si es que la han dado la oportunidad, podría estar herida en cualquier parte, y nadie es capaz de ayudarla, la abandone de nuevo.

-                            Podrían haberte apresado junto a ella, y ahora los dos estaríais presos y tu hijo en manos de quién sabe.

-                            Mi hijo habría sido recogido por cualquier pariente, incluso el rey, pero ella estaría viva.

-                            Debes confiar en tu mujer, las mujeres son más fuertes de lo que creemos- intervino otro de los hombres- mi esposa está malviviendo, pero está saliendo adelante, la vergüenza ha caído sobre mi casa, pero ella la sigue manteniendo en pie, tu esposa no va a ser menos.

-                            Es la esposa del halcón, debería esperar eso de ella.

-                            Pero no lo esperas- se quejó un tercer hombre.

-              Estaba débil, y llevaba al niño con ella.