Isemay 41.8



-                            Siempre he deseado que seas feliz- le dijo antes de volverse hacia la puerta para salir de esa habitación que la estaba asfixiando.
-                            Pienso serlo- la dijo antes de que saliera y sin que ella percibiera que había llegado hasta su lado, cerró la puerta que comunicaba con la otra habitación para que no pudiera pasar- Sé que duele- la dijo al ver que ella se resistía por poder salir de allí- No sabes lo que me ha costado decirte estas palabras, incluso ahora tengo ganas de retirarlas, pero lo nuestro fue mal desde el principio, lo único que he hecho bien en todos este tiempo es darte un hijo tan maravilloso, no seremos felices si no olvidamos todo esto.
-                            ¿Crees que no lo sé?- Se volvió para enfrentarle y encontrarse encerrada entre sus brazos que la bloqueaban cualquier posible salida.
-                            No puedo darte el tiempo que te he robado, no puedo ni siquiera plantearme como haré para que me perdones, pero necesito estar a tu lado, y no de este modo, no me sirve tenerte por esposa si estamos enfrentados.
-                            Te fuiste- le reprochó.
-                            ¿Crees que no lo sé? He sufrido cada uno de los días de estos malditos dos años, cada uno de los días en que estuve en prisión sin saber de ti, pero no me arrepiento de haberme ido, lo volvería a hacer.
-                            ¿Y piensas que te perdone?- Intentó apartarle para separarse de él.
-                            No- dijo acercándose a ella cada vez más, podía sentir su cuerpo pegado al de él- No te pido disculpas por ello, me fui para protegerte, y si intentaras razonar por un momento, verías que es lo único sensato que he hecho en mi vida. Pero te amo, y eso no va a cambiarlo ningún papel, seas mi esposa o no, voy a seguir amándote- la tocó la mejilla con sus manos, por donde rodaba una lágrima.
-                            Aun duele- intentó explicarle- y no puedo quitarme eso de encima.
-                            Lo sé, y voy a ayudarte a ello, pero lo haremos bien esta vez, con paciencia, y comprenderé que no quieras verme, ni hablarme, ni tocarme, aunque me muera de necesidad por una mirada tuya, voy a comprender todo eso, porque sé que voy a estar contigo el resto de mi vida, solo quiero que tú también lo tengas presente.
-                            No pue…- Le empujó ahora con más fuerza y salió corriendo de allí.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La inteligencia me persigue, pero yo soy más rápida.

Tutorial: Word 1

Mátate estudiando, y serás un cadáver culto.