Isemay 42.12
Su esposo ya cerraba los ojos ante la falta de sangre, su piel estaba
pálida y las ojeras sobresalían por debajo de sus ojos, como si en el tiempo
que llevara allí tumbado la vida se estuviera marchando de su ser.
-
¡Abre los ojos, maldita sea!- le dijo golpeándole en la
cara- ¡Abre los ojos, mírame!- le pidió de nuevo.
-
Hay que trasladarle dentro- Oyó a Reynald hablar tras
ella.
-
Trae algo de alcohol- se oyó gritar a si misma- una
manta, y un cuchillo candente, ¡Ahora!- Grito al ver que nadie se movía.
-
¿Qué vas a hacer?- La preguntó su hermano preocupado,
la flecha sobresaliendo entre sus dedos, donde él intentaba taponar la herida-
Si extraemos la flecha morirá desangrado.
-
¿No está muriendo de todas formas?- preguntó asustada- Si
alguien tiene que matarle, soy yo la única que tengo derecho- dijo enfadada.
Con más velocidad de la que hubiera creído, rápidamente le cubrieron con
una manta las piernas, para que no se quedara frío, y Reynald apareció con la
botella de alcohol. Todo aquello podía ser una de las pesadillas de cualquiera
de sus sueños, se oía llorar y gritar ella misma, pero apenas era consciente de
que lo hacía. No podía morirse y dejarla sola, no cuando ella había decidido
que si tenía que morirse más valía que se la llevara con él, no pensaba dejarle
ir solo a ningún otro sitio, si no era con ella no se marcharía a ningún lado.
-
Sujetarle- pidió Isemay cuando le alcanzaron la
botella, y la llevó hasta los labios de su esposo- Bebe, amor mío, porque esto
va a doler- le dijo, pero él a penas ya era consciente de lo que ocurría a su
alrededor- ¿Esta sujeto?- les preguntó a los hombres.
-
Le tenemos- le dijo Reynald agarrándole de las piernas
mientras Thorpe le sujetaba de los brazos.
-
Bien- dijo ella mientras rociaba con el alcohol, toda
la zona herida- la sangre mezclada con el líquido parecía salir con más fuerza.
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