Una nueva vida- Capítulo 14.3
El sol ya empezaba a caer, quedaban como mucho dos horas de trabajo. José todavía no había ido a buscarla, tal vez se arrepentía y había decidido dejarla tranquila.
José había salido de su casa nada más terminar de comer, iba montado en su caballo canela llamado Tinieblas. Primero decidió acercarse hasta la casa de Radians, pero después de tocar dos veces a la puerta, allí no abrió nadie, se estaba poniendo nerviosos, ¿esa chiquilla malcriada no tenía miedo ni a un arresto?, quería verla y explicarle lo sucedido, pero también sabía que no debía obligarla, tal vez a ella no la hubiera gustado lo del arresto, incluso tenía en mente que si la arrestaba ella podría denunciar a su madre y aunque él no se llevaba bien con ella, era su madre y le había dado la vida.
— Señor- le comentó una mujer que pasaba por la calle, con una tinaja de agua- ¿quería algo?
— Buscaba a las dueñas de esta casa
— ¿Busca a la señora Ascra?
— Si, a ella y a su hija, ¿sabe dónde pueden estar o donde puedo encontrarlas?
— La tarde aún no ha caído-dijo mirando al cielo- si la pequeña no está en casa-dijo mirando hacia la ventana- le quedan unas horas de trabajo aún, estarán en el campo, hoy es día de recolección
— ¿Por qué debería estar su hija en casa?
— La pequeña Radians está enferma, desde que vino aquí...-dijo poniendo los ojos en blanco- pobre, siempre está enferma-le sonrió
— ¿Sabe porque parte trabajan?
— No, cada día se cambia, se rota, ve y pregúnteselo a Alfonsete, el hombre fortachón de la taberna, ¿sabe dónde es?
— Sí, creo que lo recuerdo
— Él sabrá donde están, Ascra es su hermana y siempre comen allí.
— De acuerdo mujer, muchas gracias por todo.
— Espere, disculpe, ¿le ha ocurrido algo al marido de Ascra?
— No, no se preocupe, no ha ocurrido nada, yo solo quiero hablar con Radians
— Una muchachita encantadora- sonrió la mujer-disculpe, no me he presentado, que cabeza la mía, mi nombre es Melinda.
— Mi nombre es José
— ¿Es usted el hijo del patrón?, disculpe, no le había reconocido, señorito José-rio – estoy aquí para lo que usted guste, vivo allí enfrente-dijo señalando dos casas más para debajo de donde vivía Ascra
— No se preocupe, si necesito algo ya le avisare, discúlpeme usted a mí, pero tengo asuntos que atender, que tenga buen día
— Vaya usted con Dios- se despidió la mujer.
Continuará
Comentarios
Acabo de ponerme al día con tu historia.
Espero que Mateo no se salga con la suya. Que José pueda ver a Radians y hablar con ella.
¡A la espera de ver lo que pasa!
Un fuerte abrazo.
Besos
unos besotes
Este encontro está difícil de se concretizar!
Um beijinho
Beatriz
Debe estar ya desesperado
Besos
Te decía que el pobre José debe estar desesperado por no poder localizar a Radians
Besos