Isemay 41.5
Ella necesitaba tiempo, lo sabía mejor que nadie, tal vez, en un futuro,
él lograra encontrar ese dolor que ella tenía dentro y mitigarlo.
-
Daría lo que fuera por saber qué piensas- oyó al rey
tras ella.
-
Sólo estoy dándome cuenta de las veces que no me ha
dejado equivocarme- confesó.
-
Tal vez no sea un erudito, pero, no comprendo que
quieres decir.
-
Él siempre ha elegido por los dos, lo mejor siempre fue
su decisión, decidió separarme de su lado, y lo hizo, ¿Qué debo hacer yo?
-
Comprender- la dijo después de una pausa- Los hombres
no siempre hacemos lo que debemos, tu propio hijo no lo hará cuando crezca,
pero no por ello habrá sufrido menos.
-
Yo fui la víctima- se volvió esta vez para mirar al
rey.
-
Yo te entregué a él, fue la voluntad de mi tío, de tu
propio padre, y del mío, cumplí órdenes a la muerte de mi padre, él me dijo,
cásalos, cumple mi voluntad, y todavía recuerdo sus ojos marrones cerrándose,
yo no entendí, no sabía porque aprovechaba sus últimas fuerzas para decirme
eso, esperaba algún consejo como rey, pero él me dijo que tu serías la paz que
traería a las leyendas del halcón los tiempos de gloria. Ahora lo entiendo
Isemay, le hiciste ver a un hombre arrogante que se había equivocado.
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Yo era muy joven…
-
¿No te hubieras casado con él más tarde?
-
Tal vez sí, pero…
-
Ese pero era lo que mi padre esperaba, él pensaba que
encontrarías a alguien mejor que mi primo, todos sabemos los miles de defectos
que tiene, y has sido paciente, esperaste por él, ¿Hubiera cambiado algo, que
él te explicara?
-
Le hubiera estado esperando durante todo este tiempo.
-
¿Acaso no lo hiciste? Le esperaste y le esperas, sé que
duele, debe ser horrible pensar que un ser querido te abandone, pero él
aprendió a amar gracias a ti, ¿Crees acaso que sabe una mejor manera de
protegerte?
-
Sé que él se marchará de nuevo en cuanto tenga una
ocasión.
-
Yo no lo creo así, porque durante estos dos años, no ha
parado de recordarte, no hubo otra mujer en su vida, y no la habrá sino eres tú.
-
Necesito tiempo- le dijo mientras sus lágrimas caían
por sus mejillas- No puedo perdonar tan fácilmente.
-
Deberías dejar que él te haga perdonarle juntos,
difícilmente lo harás si lo mantienes alejado, escúchame bien, prima, tal vez
mañana sea tarde para lo que deseas.
-
¿Y mi dignidad? ¿Mi orgullo? ¿Mi dolor?- le preguntó.
-
Tal vez esa sea la respuesta que debes buscar en tus
pensamientos, si prefieres todo ello, o el amor.
El rey se había marchado, dejándola sumida en sus pensamientos, estaba
dolorida y lo sabía, tanto, que habían pasado dos días desde esa conversación y
todavía no podía olvidar ninguna de sus palabras, la línea entre el amor y el
odio es muy fina pero, ¿La había cruzado? ¿Odiaba a su esposo?
Comentarios
La fierecilla está a punto de ser domada de nuevo creo...
Bienvenida a mi casita!
Besos!
un besazo.
Un besazo.
Gracias por pasar por la mía, encantada de tenerte por aquí.
Un besazo.
otro besote